Gente en acción Dr. Leonardo Mezzabotta. La obstetricia es una de las especialidades más complejas de la medicina Reproducir nota En diálogo con el Dr. Leonardo Mezzabotta, médico obstetra y presidente de SOGIBA, abordamos los desafíos actuales de la obstetricia, la evolución de la especialidad, el impacto de las políticas públicas y el ejercicio profesional tanto en el ámbito público como privado. También hablamos sobre formación, docencia, vocación y el lugar de la mujer en la toma de decisiones sobre su maternidad. Mi vocación surgió tal vez, del valor que le atribuía a la profesión médica y del desafío personal que representaba. Además, por una visión un poco heroica que tenía de los pediatras cuando niño, aunque claramente no tenía idea de lo que implicaba esta elección. ¿Por qué eligió dedicarse a la obstetricia? Recuerdo cuando me faltaba una materia para recibirme. Mi plan era ser médico clínico, neumonólogo. Ninguna de las más de treinta materias que había cursado me había apasionado hasta que hice obstetricia. Fue amor a primera vista. Sentí que esa materia tenía un lenguaje distinto, una intensidad única. Me conmovió profundamente. La elección de la especialidad también tuvo que ver con una visión poética, una canción de Joan Manuel Serrat o una poesía de José Pedroni... Lo cierto es que me enamoré de la obstetricia, y estoy agradecido a quienes guiaron ese camino: los doctores Héctor M. Bianconi y Mario Pesaresi, entre otros. Me formé como residente en el Policlínico Bancario, en un servicio de alto nivel, con médicos como el Dr. Antonio Lorusso y el Dr. Caballero. A partir de ese momento comencé a alejarme de la ginecología para dedicarme de lleno a la obstetricia. ¿Cómo fue su recorrido profesional? Desde que me recibí me anoté en la carrera docente, convencido de que enseñar es una de las mejores formas de aprender. La docencia también me ayudó a vencer la timidez y a encontrar una forma más natural de expresarme. Para mí, asistir, enseñar y aprender siempre fueron partes de un mismo camino. A eso le sumé la investigación. Durante 15 años le puse foco a la diabetes y el embarazo. Publicar un trabajo en los primeros años era como recibir un Oscar. Presentar algo en SOGIBA (Sociedad de Obstetricia y Ginecología de Buenos Aires) era todo un acontecimiento. Ganar un premio siendo joven, un orgullo enorme. Poco a poco fui formándome, ejerciendo en el ámbito público y en el privado, y la vida fue llevándome, por inquietud y también ambición, a ocupar espacios muy diversos. Desde lo asistencial, trabajé durante 15 años como médico de guardia tanto en un hospital como en un sanatorio. Luego pasé a médico de planta en el sistema público que, con el tiempo, se transformó en oportunidades de gestión. En el ámbito privado ingresé por concurso en el Sanatorio Los Arcos, donde me desempeñé como coordinador hasta ser jefe del Servicio de Obstetricia. Siempre con la intención de integrar lo mejor de ambos mundos. También forma parte de una jefatura colegiada del Hospital Argerich, ¿qué implica su rol? Soy jefe de unidad del Argerich. Mi principal tarea es acompañar a los residentes: incomodarlos para que se cuestionen, para que no caigan en piloto automático en una era en donde la información está demasiado estandarizada. Intento que desarrollen un criterio propio, que lean más allá de los protocolos. Porque las decisiones médicas no se toman solo con datos: requieren contexto, lectura del caso y sentido común. Hay que desafiar la comodidad, personalmente, yo sigo usando el gestograma, no por resistencia a la tecnología, sino porque me obliga a pensar, a sacar cuentas, a ejercitar el cerebro. A veces, lo más básico es lo que nos mantiene alertas. Jefe de Unidad en el Argerich, jefe del Servicio de Obstetricia del Sanatorio los Arcos y presidente de SOGIBA, ¿qué desafíos implican las diferentes gestiones? La gestión me abrió un universo nuevo, lleno de posibilida des. Me permitió reorientar en el ámbito público servicios, desarrollar áreas nuevas, crear consultorios específicos y hospitales de día. En el ámbito privado, el desafío fue adaptar las virtudes del sistema público a una lógica distinta: más heterogénea, abierta y con muchos médicos externos de cartillas. En este entorno, es clave conformar un equipo institucional que cuide a la madre, al bebé y también al profesional. Porque, para la paciente, el servicio es uno solo, y la experiencia tiene que ser buena, sin importar cuándo se atiende. En 2016, se abrió un nuevo espacio en mi carrera: me invitaron a integrar la comisión directiva de SOGIBA como vocal. Luego fui secretario general y, en 2020, tras el fallecimiento del querido Dr. Alejandro Hakim, primero por consenso interno y luego por elecciones de los socios, de asumir la presidencia. A lo largo de los años fui sumando más actividad, y aunque la gestión empezó a ocupar gran parte de mi agenda, nunca dejé de atender, enseñar ni aprender. Siempre con el respaldo de mi familia, a pesar de haber tenido que resignar tiempo con ellos. ¿Cuáles son las similitudes y cuáles las diferencias en el ejercicio de la obstetricia entre el ámbito público y el privado? Hace poco, en una charla en el Instituto de médicos municipales, hablamos sobre la brecha entre el sistema público y privado. Es difícil generalizar. Yo trabajo en dos instituciones de altísima complejidad. En lo público hay más homogeneidad, equipos estables y roles definidos. La atención no varía un lunes a las 8 de la mañana o un jueves a las 11 de la noche. La continuidad en la atención permite identificar buenas prácticas y mejorar la formación. El sistema privado tiene otra lógica con un fuerte enfoque en la experiencia del paciente y una gestión económica profesional. Es más heterogéneo, tiene la particularidad de ser un servicio abierto, la institución tiene que armar un equipo flexible que sepa coordinar las individualidades de los médicos con el resto del Servicio y el personal que convive en el sanatorio. Y los médicos externos, agradecen. Ambas lógicas tienen fortalezas distintas. Hay que capitalizar las virtudes de cada sistema y llevarlas, en la medida de lo posible, de un lado al otro. Últimamente se habla mucho sobre la caída de la natalidad ¿Cuál es su punto de vista de este fenómeno? En la última década hubo un cambio profundo en la tasa de la natalidad. Muchos dicen que las crisis económicas impactaron en la decisión de tener un hijo, pero para mí, lo más relevante de estos últimos tiempos es el papel en la toma de decisiones que adoptó la mujer en cuanto a su decisión de ser madre y cuándo serlo. En primer lugar, encontró en las herramientas que le fue brindando el servicio de salud para prevenir el embarazo, algunas definitivas o de largo alcance, pre y post embarazo como, por ejemplo: anticoncepción post evento obstétrico. En segundo lugar, a partir de diciembre de 2020, lo que antes era protocolo se convirtió en ley para interrumpir un embarazo no deseado. Y en tercer lugar también, la asistencia reproductiva, la criopreservación de óvulos para decidir cuándo y cuántos hijos quiere tener. Estas nuevas regulaciones, hicieron que bajara un 40% la tasa de la natalidad y que cayera de manera drástica el embarazo adolescente. Antes de la aplicación de estas leyes las estadísticas marcaban un 20% de embarazos de este tipo en el ámbito público, y del 0.02% en el ámbito privado. El impacto a largo plazo de estos cambios está por verse, tal vez las corrientes migratorias compensen los desequilibrios, como ha ocurrido en otras épocas. Veremos. ¿A qué se debe que cada vez se realicen más cesáreas? Hay muchas conjeturas al respecto. En el sistema público, la tasa de cesáreas ronda el 40–50%; en el privado, llega al 70%. Son cifras que deben analizarse caso por caso, sin dogmas. Hay que dejar atrás el mito de que el obstetra gana más con una cesárea porque no es así. Hoy la ciencia nos permite anticipar riesgos. Actualmente, la toma de decisiones incluye hasta cuándo sostenemos un embarazo para que después el trabajo lo continúe un neonatólogo. Es proactivo. Buscamos el momento oportuno. Esto no solo pasa en Argentina sino en el mundo. A medida que la ciencia se desarrolla, encontramos más elementos y situaciones en las cuales es recomendable intervenir y no esperar a que el parto se desencadene. De hecho, en algunos países sugieren ofrecer el nacimiento en la semana 39. La intervención puede significar una inducción o una cesárea electiva. También hay casos en los que es la madre quien opta por una cesárea, y su decisión debe ser respetada. El parto natural sigue siendo nuestro objetivo, pero sin glorificaciones. Si es necesario intervenir, lo hacemos. La ciencia y el derecho de la mujer son quienes guían nuestras decisiones. ¿Cuáles son los desafíos de la obstetricia? La obstetricia fue históricamente subestimada, asociada únicamente a habilidades manuales para llevar adelante un nacimiento. Pero, para mí, hoy es una de las especialidades más complejas de la medicina. ¿Por qué? Porque reúne los cuatro pilares: 1. La clínica: con el avance de la medicina, los conocimientos que se tienen tanto de las patologías maternas como fetales multiplicaron los posibles diagnósticos. 2. La quirúrgica: hay una tasa más alta de complicaciones, Por lo que se necesita de un mayor conocimiento técnico quirúrgico. 3. La tecnología: por el apoyo que ofrecen los diagnósticos por imágenes como la ecografía y el doppler, que son las ventanas que nos permiten explorar ese hijo por nacer. 4. Lo social: porque muchas mujeres se vinculan con el sistema de salud solo en el embarazo. El obstetra pesquisa situaciones de abuso, consumo de drogas, violencia familiar, infecciones y revisa hasta un calendario de vacunación. Es una oportunidad única para solicitar estudios y enseñar cuidados y hábitos. No conozco otra especialidad médica que tenga los cuatro pilares, por eso es tan compleja. Además, tiene dos pacientes: la madre y el hijo por nacer. Y como si esto fuera poco, hoy, en comunión con los neonatólogos, el concepto es perinatal. Nos interesa saber la evolución antes y después del nacimiento. Nuevos médicos, nuevos desafíos La medicina no siempre es un camino fácil. Pero permite desarrollarse en muchas dimensiones: asistencial, docente, investigadora y de gestión. Hay mucho que aprender del proceso mismo del embarazo. Lo veo como una metáfora del desarrollo profesional. Los primeros tiempos son de formación básica, como las células que van a conformar al embrión. La segunda etapa, tal como lo hace el feto, debe ser de desarrollo. La tercera, de crecimiento, personal y profesional, asumiendo mayores responsabilidades. Y finalmente, en el último mes de gestación, como en el último tramo de la carrera, se alcanza la madurez. Adelantarse a los tiempos no sirve, hay que respetar los pasos evolutivos. Obstetra, padre y abuelo, ¿intervino en el parto de sus hijos y nietos? Tengo cuatro hijos que tienen entre 37 y 21 años, dos nietos y un tercero en camino. He atendido nacimientos, pero no de mis hijos. Es un acto de soberbia pensar que nadie lo va a poder hacer como yo. Y además ¿cómo voy a perderme la posibilidad de vivir la experiencia de ser padre o abuelo? O la vivo como padre o la vivo como médico. Los artículos aquí publicados están destinados exclusivamente a profesionales de la salud y tienen solo un fin informativo. Los textos referidos a nuestros productos de venta bajo prescripción médica se corresponden a los lineamientos aprobados por la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT). Laboratorios Andrómaco recomienda acudir a un profesional de la salud calificado ante cualquier inquietud médica. Servicio de Atención al Profesional: 0-800-333-0033 - info@andromaco.com.ar