Se dispone de poca información para la enfermedad por COVID-19 durante la gestación; sin embargo, la experiencia adquirida con infecciones similares, producidas por otros coronavirus, como SARS (Severe Acute Respiratory Syndrome) y MERS (Middle East Respiratory Syndrome) podría ser de gran utilidad en este sentido.
*Publicado el 20/02/2020
Introducción
Los coronavirus se asocian con enfermedades de diversa gravedad, desde resfriados comunes hasta enfermedad respiratoria grave y muerte. En la actualidad, los principales factores epidemiológicos de riesgo para COVID-19 incluyen los viajes principalmente a China, Italia, Francia, Gran Bretaña, EE.UU, Chile, Brasil, entre otros muchos países afectados por el virus y el contacto cercano (menos de dos metros de distancia) con individuos afectados. y el contacto cercano con individuos infectados en el transcurso de los 14 días previos al inicio de los síntomas. La información en conjunto sugiere un período de incubación de alrededor de 5 días (2 a 14 días), en tanto que la edad promedio de los pacientes internados fue de 49 a 56 años. Un tercio de estos enfermos tiene afecciones subyacentes; la enfermedad es sumamente infrecuente en niños. Los síntomas comunes consisten en fiebre, tos, mialgias, cefaleas y diarrea. Los pacientes pueden presentar trastornos en la radiografía de tórax, linfopenia, leucopenia y trombocitopenia. Según estudios previos, la prevalencia de síndrome de dificultad respiratoria aguda (SDRA) es del 17% al 29%, entre los pacientes internados. Los índices globales de mortalidad son cercanos al 1%.
En dos estudios en los que se analizaron 18 gestaciones con infección por COVID-19, en todos los casos durante el tercer trimestre, los hallazgos clínicos fueron similares a los referidos en el resto de la población adulta. En algunos casos se observó sufrimiento fetal y parto pretérmino; en 16 casos, el parto fue por cesárea y las pruebas para la detección de SARS-CoV-2 fueron negativas en todos los neonatos. La información acerca de otras formas de enfermedad por coronavirus, como SARS (Severe Acute Respiratory Syndrome) y MERS (Middle East Respiratory Syndrome), también es sumamente escasa; en el caso de SARS, la serie más amplia publicada refirió índices de mortalidad del 25%. Las complicaciones referidas con mayor frecuencia fueron SDRA, coagulación intravascular diseminada, insuficiencia renal, neumonía bacteriana secundaria y sepsis. La necesidad de asistencia ventilatoria mecánica fue tres veces más alta entre las embarazadas, en comparación con las mujeres no embarazadas. Entre 7 infecciones contraídas en el primer trimestre de la gestación, 4 culminaron en abortos espontáneos, y 4 de 5 mujeres con SARS después de la semana 24 del embarazo dieron a luz antes de término. Para la infección por MERS-CoV se han comunicado 13 casos en embarazadas: 2 mujeres fueron asintomáticas y se identificaron en el contexto del rastreo de contactos infectados; 3 pacientes (23%) fallecieron. Dos embarazos culminaron en muerte fetal, y otros dos, en parto pretérmino. No existen referencias de transmisión intrauterina de infección por SARS o MERS. Por el momento, no se dispone de ningún tratamiento específico para las infecciones por coronavirus. Debido a que la infección por COVID-19 podría aumentar el riesgo de complicaciones gestacionales, la monitorización estricta, materna y fetal, es esencial para garantizar la mejor evolución clínica posible. Los principios que se aplican para los pacientes con infección por COVID-19 son también aplicables a las embarazadas infectadas; estos incluyen el aislamiento precoz, los procedimientos intensivos de control de infecciones, la terapia con oxígeno, evitar la sobrecarga de fluidos, el tratamiento empírico con antibióticos (en pacientes con infección bacteriana secundaria), la solicitud de pruebas para SARS-CoV-2, la monitorización fetal y de las contracciones uterinas, la asistencia ventilatoria mecánica precoz, en presencia de insuficiencia respiratoria progresiva, la planificación individualizada del parto y las consultas interdisciplinarias.
Enfermedad por coronavirus (Coronavirus Disease 2019 [COVID-19])
La enfermedad respiratoria por este nuevo coronavirus (SARS-CoV-2) se describió por primera vez en diciembre de 2019, en Wuhan, Provincia de Hubei, China. La oficina de la Organización Mundial de la Salud en China recibió notificación por un brote de neumonía de etiología desconocida, el 31 de diciembre de 2019. Entre ese momento y el 3 de enero de 2020 se comunicaron 44 casos. El 7 de enero de 2020, las autoridades sanitarias de la China identificaron el nuevo coronavirus. El virus se diseminó rápidamente, primero en Wuhan y luego en otras regiones de la China y otros países del mundo. Los primeros datos sugirieron una asociación entre la infección y el Mercado Mayorista de Mariscos de Huanan, motivo por el cual este fue clausurado el 1 de enero de 2020. Sin embargo, debido a que el primer paciente comunicado no refería exposición, rápidamente surgió la posibilidad de otra fuente de transmisión y, específicamente, la transmisión de un sujeto a otro. SARS-CoV-2 es un betacoronavirus similar a SARS-CoV y MERS-CoV. La secuenciación del genoma viral mostró que SARS-CoV-2 se vincula fuertemente con coronavirus aislados en murciélagos, con identidad de más del 85%. El virus tiene una similitud genética del 79% con SARS-CoV y de alrededor del 50% con MERS-CoV. Los murciélagos parecen ser los reservorios naturales de SARS-CoV y MERS-CoV. Las manifestaciones clínicas de COVID-19 son similares a las de SARS y MERS; los estudios en pacientes internados refirieron índices altos de progresión a formas graves de neumonía: del 23% al 32% de los enfermos requieren internación en la unidad de cuidados intensivos, y del 17% al 29% de estos pacientes progresan a SDRA. Si bien todavía no se dispone de una vacuna para COVID-19, es esencial que las embarazadas reciban todas las intervenciones que potencialmente pueden salvar la vida; tal como ocurre para cualquier otra decisión que se toma durante el embarazo, los beneficios y los riesgos deben ser perfectamente analizados y discutidos con la paciente. Por el momento, no existen indicios de que las embarazadas sean más susceptibles a la infección por coronavirus. Tampoco se sabe si la gestación aumenta el riesgo de infección. Los datos previos, en embarazadas con SARS y MERS, sugieren que la infección puede ser sintomática o asociarse con enfermedad grave e, incluso, muerte.