Reflexiones Un legado milenario en constante evolución Reproducir nota A través de los siglos, la humanidad buscó alivio y curación para enfermedades y dolencias. Desde los sanadores de las primeras civilizaciones, pasando por las boticas hasta las actuales farmacias, el dispensar medicamentos es un ítem crucial en la historia de la búsqueda por mejorar la calidad de vida de las personas. La historia de la farmacia es un tapiz tejido con hilos de conocimiento ancestral, alquimia, ciencia y dedicación al bienestar humano. Sus raíces se remontan a la antigua Mesopotamia, alrededor del 2100 a.C. En esta cuna de civilizaciones ya se elaboraban preparados medicinales a base de plantas, minerales y miel, como lo atestiguan las tablillas de arcilla que llegaron hasta nuestros días. Estos rudimentarios recetarios sentaron las bases de lo que hoy conocemos como dispensación de medicamentos. El viaje del conocimiento farmacéutico continuó hacia el Antiguo Egipto, donde alrededor del 1500 a.C. se redactó el Papiro de Ebers. Considerado una de las primeras farmacopeas registradas, este documento contiene más de 700 fórmulas, muchas de ellas basadas en sustancias naturales como el azafrán, la mirra e incluso extractos de insectos. Los egipcios, con su avanzada comprensión de la medicina y la botánica, exploraban las propiedades curativas del mundo natural. Con la caída del Imperio Romano, el saber científico y médico encontró refugio en los monasterios de la Edad Media. Allí, los monjes, auténticos guardianes del conocimiento, cultivaban plantas medicinales en sus huertos y elaboraran ungüentos y tratamientos para aliviar dolencias. La primera botica de la que se tiene registro en Europa fue fundada en Florencia, Italia, por frailes dominicos, en 1221. En estos establecimientos medievales se entrelazaban la medicina, los rudimentos de la alquimia e incluso elementos de superstición para procurar la cura al sufrimiento humano. El Renacimiento, en el siglo XVI, marcó un punto de inflexión crucial para la farmacia. Este período de florecimiento cultural y científico propició la independencia de la farmacia respecto de la medicina, consolidando así la profesión. Los boticarios, precursores de los farmacéuticos modernos, comenzaron a organizarse en gremios, abrieron sus propios locales comerciales y ejercieron su oficio con una identidad cada vez más definida. Se considera que el nacimiento de la farmacia moderna surge a partir del desarrollo del primer fármaco sintético, el Salvarsán, realizado por Paul Ehrlich, para curar la sífilis. El salto cualitativo lo dio Alexander Fleming en 1928 cuando descubrió el primer antibiótico de la historia: la penicilina. La farmacia en Argentina El territorio que hoy conforma Argentina tiene una rica historia farmacéutica. Según el historiador Jorge A. Liceaga, y citando al historiador Guillermo Furlong S. J., la “más antigua botica que existió en el país correspondió a los jesuitas en la ciudad de Córdoba” en 1638. Las constancias halladas en el Archivo de Tribunales de esa capital revelan un notable progreso en este establecimiento, que tras la expulsión de dicha orden en 1767-1768, contaba con huerto, un depósito y tres salas equipados con estanterías y otras instalaciones adecuadas. En la Ciudad de Buenos Aires se estima que alrededor de 1680 funcionaba una farmacia jesuita ubicada en lo que hoy es la calle Perú, casi esquina Alsina. Contaba con un jardín propio de plantas medicinales y sus locales estaban preparados para la elaboración y el ordenamiento de los elementos farmacéuticos. Expulsados los jesuitas, las propiedades pasaron a la Junta de Temporalidades. FRANCISCO MARCELLINO LA VISIÓN DE UN HACEDOR Oriundo de un pequeño pueblo de Córdoba, Francisco Marcellino es el menor de ocho hermanos, hijo de un policía y de la directora de la escuela nacional de Los Cóndores. Desde joven, mostró una marcada vocación emprendedora. Siguiendo el mandato de su madre —“algo tenés que estudiar después del secundario”— ingresó en la Universidad Nacional de Ciencias Químicas para recibirse de farmacéutico, buscando una profesión que le asegurara estabilidad económica. Su primera farmacia fue junto a su sobrina, en un pequeño garage con apenas una vitrina y un tensiómetro. Con el tiempo, abrió dos locales más en Villa María y luego se expandió a otras localidades. Hoy, con orgullo, cuenta 32 sucursales: “Una por cada año de trabajo”, afirma. La primera farmacia, la original, comenzó con apenas 40 metros cuadrados —el mínimo exigido para su habilitación— y hoy se encuentra en una esquina estratégica, ampliada y aún bajo el nombre Marcellino. Las demás adoptaron el nombre Moderna, una pequeña empresa con buena reputación que adquirió hace 15 años. “Mi primera farmacia la abrí con los ahorros que junté trabajando en el sur. Invertí en infraestructura, pero me quedó poco para comprar medicamentos. Entonces, con algo de astucia, armé la vitrina con cajitas vacías. Cuando un cliente pedía algo, le decía que se lo llevaba a su casa. Iba a la droguería, lo compraba y luego lo entregaba”, recuerda con picardía Pancho, como lo llaman quienes lo conocen de cerca. A las puertas de sus 60 años, reflexiona sobre el camino recorrido. Agradece la buena suerte, pero también reconoce el papel clave de su espíritu emprendedor. Padre de Franco y Cecilia, hoy celebra haber incorporado a su hijo a la empresa, tras seis años viviendo en el exterior. “Su llegada me revitaliza. Me da ganas y fuerza para seguir adelante y hacer cosas nuevas”. Cecilia, por ahora, sigue en el exterior. Con respecto a futuros proyectos, agrega, “sé que hay que seguir apostando. La visión del hacedor está en no guardar la plata, sino en reinvertirla. A pesar de los vaivenes del país y los riesgos que eso implica, a la larga trae sus frutos. En mi caso, la perseverancia y la constancia fueron claves. No desviarse del objetivo es lo que siempre me mantuvo a flote. La pasión con la que uno hace las cosas es fundamental”. Durante el siglo XVIII, las boticas particulares eran a menudo dirigidas por personas sin título alguno o por médicos y cirujanos que no contaban con la autorización legal para operar dichos establecimientos. Fue recién el 5 de mayo de 1770 que Agustín Pica y Milans figura en las actas del Cabildo de Buenos Aires como el primer farmacéutico laico y con título en instalarse en el país, marcando un hito en la profesionalización. La primera farmacia argentina en funcionamiento continuo es la emblemática Farmacia La Estrella, fundada en 1834 por el boticario italiano Pablo Ferrari en la esquina de Defensa y Alsina, en el barrio de Monserrat, Buenos Aires. Este histórico local, que aún hoy recibe a sus clientes, es un valioso patrimonio cultural y un atractivo turístico. Hoy en día, la farmacia se enfrenta a una serie de desafíos y oportunidades que marcan su evolución. La irrupción de la tecnología y las ventas online las lleva a ofrecer artículos mediante los servicios digitales manteniendo, al mismo tiempo, la confianza y la responsabilidad que implica la dispensación segura de medicamentos y productos dermocosméticos. Justamente, la globalización conlleva otro gran reto con la competencia de grandes cadenas y la estandarización que impactan a las farmacias independientes. Para prosperar, las farmacias deben abrazar nuevos modelos de negocios, expandiendo su oferta a servicios de cuidado personal, bienestar y salud, para responder a las demandas de los consumidores. De todos modos, más allá de las compras a un clic, pantalla mediante, la atención farmacéutica es un pilar fundamental que trasciende la simple dispensación de medicamentos y demás productos, ya que está destinada a ofrecer un servicio integral que incluye el seguimiento de tratamientos, la educación sanitaria y la prevención de enfermedades de su comunidad que reafirma su rol como un actor clave en el sistema de salud. UNA HISTORIA FAMILIAR QUE SE ADELANTÓ AL FUTURO DIGITAL Top Farma es una cadena de farmacias del AMBA pionera en incorporar el e-commerce. Detrás de las ventas online está su directora comercial, Rocío Holgado. “Mi padre, Daniel Holgado, tuvo su primera farmacia en 1987. Con el paso del tiempo fue creciendo en el rubro sumando socios y sucursales. Antes de la pandemia su espíritu emprendedor lo llevó a pensar: ‘¿por qué no probamos con las ventas online?’”, cuenta Rocío con orgullo. La idea se concretó a mediados de 2018, cuando comenzaron a vender por internet de forma incipiente. Rocío recuerda esos primeros pasos. “Fuimos aprendiendo a los golpes. No es lo mismo que una farmacia física. Hicimos capacitaciones y cursos. Arrancamos de a poquito, desarrollando nuestras primeras páginas, con mucho aprendizaje, aciertos y errores. En ese entonces la gente compraba muy poco mediante la pantalla. Hoy cambiamos de plataforma, formamos parte de Mi Farma, también vendemos por Mercado Libre y seguimos actualizándonos. La pandemia nos dio el empujón que faltaba: como ya habíamos empezado antes, estábamos mejor parados”. El cambio de hábitos fue evidente. Y llegó para quedarse. “Los jóvenes prefieren comprar online, mientras que la gente más grande todavía busca el local físico”, explica. En su e-commerce ofrecen suplementos, dermocosmética, perfumes, electrosalud y ortopedia, siempre cumpliendo con las reglamentaciones provinciales vigentes. “En dermocosmética salen mucho los kits de skincare o los solares para toda la familia, que junto a laboratorios como Andrómaco, muy involucrado en el mundo online, los ofrecemos en combos de hot y cyber sales exclusivos para vender en plataforma”, señala. Hoy Top Farma combina lo mejor de los dos mundos: la cercanía de la farmacia tradicional y la agilidad del comercio electrónico mediante Mi Farma. Si bien el crecimiento de las ventas son importantes, Rocío Hidalgo es categórica en cuanto al compromiso con la clientela: “no somos un negocio más: somos una farmacia. Tenemos una responsabilidad con la gente. Cuidamos la confianza, la calidad y la salud, tanto en el mostrador como detrás de la pantalla”. Los artículos aquí publicados están destinados exclusivamente a profesionales de la salud y tienen solo un fin informativo. Los textos referidos a nuestros productos de venta bajo prescripción médica se corresponden a los lineamientos aprobados por la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT). Laboratorios Andrómaco recomienda acudir a un profesional de la salud calificado ante cualquier inquietud médica. Servicio de Atención al Profesional: 0-800-333-0033 - info@andromaco.com.ar