Las pruebas con vacunas contra el SARS-CoV-2 continúan indicando que son la protección más eficaz y segura.
Introducción
Las vacunas contra la enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19) han comenzado a distribuirse y aplicarse de manera masiva en todo el mundo.
El objetivo del presente informe fue revisar algunos mitos comunes que circulan sobre las vacunas contra la COVID-19 autorizadas por la Food and Drug Administration (FDA) y aclarar la confusión con información confiable.
Mito: la vacuna contra la COVID-19 puede afectar la fertilidad de las mujeres
La vacuna contra la COVID-19 no afecta la fertilidad, lo que hace es inducir al cuerpo a crear anticuerpos contra la proteína específica de la espícula que se encuentra en la superficie del coronavirus 2 del síndrome respiratorio agudo grave (SARS-CoV-2). La confusión surgió a partir de un informe falso que señalaba que la proteína de la espícula contra SARS-CoV-2 era la misma que la proteína de la espícula (sincitina-1) involucrada en el crecimiento y la unión de la placenta durante el embarazo. Estas dos proteínas de la espícula son diferentes, y la aplicación de la vacuna contra la COVID-19 no afecta la fertilidad de las mujeres que buscan un embarazo, incluso aquellas que acceden a métodos de fertilización in vitro. Los estudios previos indicaron que las mujeres vacunadas contra la COVID-19 pueden quedar embarazadas. Por el contrario, contraer COVID-19 puede afectar de forma grave el resultado del embarazo y la salud de la madre. Se alienta a las mujeres en edad reproductiva a discutir con sus médicos los aspectos sobre los efectos de la COVID-19 en la fertilidad o el embarazo.
Mito: si una persona tuvo COVID-19, no necesita la vacuna
Las pruebas indican que la vacuna contra la COVID-19 es la mejor protección contra la enfermedad, independientemente de que ya se la haya tenido. Un estudio reciente indicó que los pacientes que tuvieron COVID-19 antes y no se aplican la vacuna tienen más del doble de riesgo de volver a contraer la infección por SARS-CoV-2 que aquellos que se infectaron y se vacunaron. Si bien las personas que tuvieron COVID-19 logran alcanzar cierto nivel de inmunidad, aún no se sabe cuánto tiempo estarán protegidas. Además, el nivel de inmunidad proporcionado por las vacunas después de tener COVID-19 es más alto que aquel que tienen los pacientes que tuvieron COVID-19 pero que no fueron vacunados posteriormente. Es importante destacar que la vacunación brinda mayor protección, ya que ayuda a reducir la propagación del virus.
En el momento de la vacunación, el paciente debe informar su historial de enfermedad por COVID-19, incluido el tipo de tratamiento, si lo recibió, y cuándo se recuperó. El período de aislamiento debe finalizar antes de programar la cita para recibir la vacuna.
Mito: como los investigadores se apresuraron a crear la vacuna contra la COVID-19, no se puede confiar en su eficacia y seguridad
Los estudios encontraron que las dos vacunas iniciales contra la COVID-19, aprobadas por la FDA, tienen una eficacia del 95% y no se informaron efectos secundarios graves o potencialmente mortales. Estas vacunas se crearon con un método que ha estado en investigación durante años, por lo que las empresas farmacéuticas pudieron iniciar el proceso de diseño al principio de la pandemia. China aisló y compartió información genética sobre la COVID-19 de inmediato, para que los científicos pudieran comenzar a trabajar en las vacunas. Los creadores de las vacunas no omitieron pasos de prueba. Los proyectos de vacunas tuvieron recursos económicos suficientes. La creación de las vacunas basadas en ácido ribonucleico mensajero (ARNm), como varias de las vacunas contra la COVID-19, es más rápida que la forma tradicional. Numerosas personas participaron como voluntarias en los estudios de investigación de las vacunas contra la COVID-19 y, a su vez, no pasó mucho tiempo para verificar que la vacuna funcionara en los voluntarios vacunados. Además, las empresas fabricaron vacunas al principio del proceso, incluso antes de la autorización. Estas son algunas de las razones que permiten explicar la rápida creación de las vacunas contra la COVID-19.
Mito: recibir la vacuna contra la COVID-19 significa que puede dejar de usarse la mascarilla y tomar precauciones contra el SARS-CoV-2
Se recomienda el uso de mascarilla tanto para las personas que recibieron el esquema completo de vacunación como para aquellas que no. Además, las normas terapéuticas sugieren continuar con otras medidas de seguridad, como el distanciamiento físico.
Mito: recibir la vacuna contra la COVID-19 provoca COVID-19
La vacuna contra la COVID-19 no provoca la enfermedad, ni causa infecciones. La vacuna no contiene SARS-Co-2, por lo que no se contrae COVID-19 con la aplicación.
Mito: los efectos secundarios de la vacuna contra la COVID-19 son peligrosos
En abril de 2021 se detuvo de manera temporal y, posteriormente, se reanudó el uso de una de las vacunas contra la COVID-19. Algunas de las vacunas pueden causar efectos secundarios, principalmente a corto plazo, pero no son graves ni peligrosos. El dolor en el sitio de inyección, el dolor de cuerpo y las cefaleas o la fiebre, que duran 1 o 2 días, se asocian con la aplicación. Estos son signos de que la vacuna estimula el sistema inmunológico. Si los síntomas persisten más de 2 días se recomienda consultar al médico. En caso de alergia, se sugiere analizar el riesgo e informar al paciente cuál es la forma segura de vacunarse.
Mito: la vacuna contra la COVID-19 ingresa a las células y cambia el ADN
Las vacunas para la COVID-19 fueron diseñadas para ayudar al sistema inmunológico a combatir el SARS-CoV-2. El ARNm de las vacunas ingresa a las células, pero no al núcleo y, por lo tanto, no altera al ácido desoxirribonucleico (ADN).
Mito: la tecnología de ARNm que se utiliza para fabricar la vacuna contra la COVID-19 es completamente nueva
La tecnología de ARNm que se emplea para la fabricación de las vacunas contra el SARS-CoV-2 ha estado en desarrollo durante casi 2 décadas.
Mito: la vacuna contra la COVID-19 se creó con sustancias no probadas o contiene sustancias no probadas
Las vacunas contra la COVID-19, aprobadas por la FDA, no se diseñaron utilizando tejido fetal y no contienen material no probado, como implantes, microchips o dispositivos de rastreo.
MITO: ahora que existe una vacuna contra la COVID-19, se pueden hacer vacunas para el resfrío común, el VIH y otras enfermedades
Los virus que causan las enfermedades mencionadas son muy diferentes; además, estos suelen mutar año tras año, lo que dificulta la creación de una vacuna que funcione durante un período prolongado. El diseño de vacunas contra el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) y otras enfermedades es sumamente difícil. Cientos de virus diferentes pueden causar el resfrío común, por lo que una vacuna para solo uno de estos no sería eficaz.
Referencias
Resumen objetivo elaborado por el Comité de Redacción Científica de SIIC sobre la base del artículo COVID-19 Vaccines: Myth Versus Fact de Kelen G y Maragakis L, integrantes de Universidad Johns Hopkins, Baltimore, EE.UU. El artículo original fue editado en https://www.hopkinsmedicine.org/health, Sep, 2021.