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El estrés puede tener efectos graves sobre la salud

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El estrés puede tener efectos graves sobre la salud
Resumen objetivo elaborado sobre la base del artículo Stress effects on the body, de American Psychological Association, Washington, EEUU. El artículo original, compuesto por 10 páginas, fue editado por American Psychological Association , Mar 2023.

El estrés crónico o a largo plazo puede provocar alteraciones graves en los sistemas musculoesquelético, respiratorio, cardiovascular, endocrino, gastrointestinal, nervioso y reproductivo.

Introducción

El estrés crónico o a largo plazo puede tener consecuencias adversas para la salud mental y física y provocar alteraciones graves en todos los sistemas del cuerpo humano. Este artículo de la American Psychological Association describe los efectos adversos del estrés sobre los sistemas musculoesquelético, respiratorio, cardiovascular, endocrinológico, gastrointestinal, nervioso y reproductivo. Además, detalla intervenciones eficaces para reducir la respuesta al estrés.

Sistema musculoesquelético

Métodos

El estrés provoca tensión muscular, ésta es una reacción refleja para proteger al cuerpo de las lesiones y el dolor. El estrés crónico hace que los músculos permanezcan tensos durante períodos prolongados y esto puede desencadenar migraña, dolor en el cuello, los hombros, la zona lumbar y las extremidades, trastornos musculoesqueléticos crónicos y afecciones dolorosas crónicas. Además, puede alterar la respuesta al dolor provocado por una lesión. La progresión al dolor crónico está determinada en parte por la reacción del individuo a la lesión, por lo que las técnicas de relajación y otras actividades y terapias para aliviar el estrés reducen de forma eficaz la tensión muscular, disminuyen la incidencia de trastornos relacionados con el estrés y mejoran el estado de ánimo y la capacidad funcional.

Sistema respiratorio

El estrés y las emociones fuertes provocan la contracción de las vías respiratorias, lo que se asocia con dificultad para respirar, y respiración rápida o hiperventilación. Esto puede exacerbar afecciones respiratorias preexistentes como el asma y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica. Además, puede provocar ataques de pánico en personas propensas a estos. Las técnicas de relajación, respiración y otras estrategias cognitivas conductuales puede ayudar a contrarrestar estos efectos.

Sistema cardiovascular

El corazón y los vasos sanguíneos se ven afectados por el estrés. El estrés agudo se asocia con un aumento de la frecuencia cardíaca, contracciones más fuertes del músculo cardíaco, dilatación de los vasos sanguíneos e incremento de la presión arterial. Estos efectos tienden a desaparecer cuando el episodio de estrés agudo ha pasado. Por el contrario, el estrés crónico puede contribuir a la aparición de problemas a largo plazo para el sistema cardiovascular y aumenta el riesgo de hipertensión, infarto de miocardio y accidente cerebrovascular. El riesgo de enfermedad cardíaca asociada con el estrés es mayor en mujeres posmenopáusicas que en mujeres premenopáusicas; esto se debe a la pérdida del efecto cardioprotector del estrógeno.

Sistema endocrino

El eje hipotalámico-hipofisario-suprarrenal (HHS) es el principal impulsor de la respuesta endocrina al estrés y regula la producción de glucocorticoides, incluido el cortisol, también llamado “hormona del estrés”. Estas sustancias son importantes para regular el sistema inmunológico y reducir la inflamación. El estrés crónico altera la comunicación entre el sistema inmunológico y el eje HHS, lo que predispone a la fatiga crónica, trastornos metabólicos, como la diabetes y la obesidad, la depresión y trastornos inmunitarios.

Sistema gastrointestinal

El estrés puede afectar la comunicación cerebro-intestino, y desencadenar dolor, distensión y otras molestias intestinales.

Además, puede provocar cambios en la microbiota intestinal, que a su vez pueden influir en el estado de ánimo. El estrés en épocas tempranas de la vida puede alterar el desarrollo del sistema nervioso, así como la forma en que el cuerpo reacciona al estrés. Estos cambios predisponen a enfermedades o disfunción intestinales posteriores. La mala alimentación, así como el consumo elevado de alcohol y el tabaquismo, son frecuentes en personas estresadas. El estrés también puede provocar pirosis y espasmos en el esófago, dificultar la deglución de alimentos o aumentar la cantidad de aire que se ingiere, lo que aumenta los eructos, los gases y la distensión.

Entre las molestias estomacales vinculadas con el estrés se encuentran el dolor, la distensión, las náuseas, los vómitos y el aumento o la disminución innecesaria del apetito. A diferencia de lo que se cree, el estrés no aumenta la producción de ácido en el estómago, ni causa úlceras estomacales. Estas son provocadas por bacterias.

A nivel intestinal, el estrés causa dolor, distensión o incomodidad, diarrea o estreñimiento, espasmos musculares y altera la digestión y la absorción de nutrientes. Además, puede alterar la barrera intestinal, lo que favorece la entrada de bacterias intestinales en el cuerpo y predispone a un estado de inflamación crónica. Todas estas alteraciones y cambios intestinales son más notorios en personas con trastornos intestinales crónicos, como la enfermedad inflamatoria intestinal o el síndrome del intestino irritable.

Sistema nervioso

El sistema nervioso central desencadena las respuestas al estrés, y regula el sistema nervioso autónomo y desempeña un papel central en la interpretación de contextos como potencialmente amenazantes. El sistema nervioso autónomo, incluido el sistema nervioso simpático (SNS) y el sistema nervioso parasimpático (SNP), tiene un papel directo en la respuesta física al estrés. El SNS se activa ante situaciones estresantes y provoca cambios directos e indirectos para hacer frente a la situación estresante. El SNP tiene efectos opuestos y facilita que el cuerpo vuelva a un estado sin estrés. No obstante, la hiperactividad del SNP también puede contribuir a las reacciones de estrés. Tanto el SNS como el SNP interactúan de forma estrecha con el sistema inmunológico, que también puede modular las reacciones de estrés. La activación continua y a largo plazo del sistema nervioso autónomo provoca un desgate del cuerpo.

Sistema reproductor masculino

El sistema reproductor masculino está influido por la respuesta al estrés. La activación del sistema nervioso autónomo provocada por el estrés produce testosterona y activa el sistema nervioso simpático, creando excitación. El cortisol, regula la reproducción masculina y en niveles elevados afecta el funcionamiento bioquímico normal del sistema reproductor masculino. El estrés crónico puede afectar la producción de testosterona, lo que provoca disminución del deseo sexual o la libido, e incluso disfunción eréctil o impotencia. Además, puede afectar de forma negativa la producción y maduración de los espermatozoides y causar problemas de fertilidad. Las alteraciones inmunológicas vinculadas con el estrés predisponen a infecciones, incluidas las infecciones en los testículos, la glándula prostática y la uretra. Estas pueden afectar el funcionamiento del sistema reproductor masculino.

Sistema reproductor femenino

El estrés puede afectar la menstruación y se ha asociado con ciclos menstruales ausentes o irregulares, períodos más dolorosos y cambios en la duración de los ciclos. Además, puede reducir el deseo sexual y afectar de manera negativa la capacidad para concebir. Durante el embarazo, puede provocar complicaciones y comprometer la salud de la madre y la descendencia. El exceso de estrés aumenta la probabilidad de presentar depresión y ansiedad después del parto. El estrés puede empeorar los síntomas premenstruales o hacer que los síntomas de la menstruación sean más difíciles de sobrellevar. Los síntomas de la menopausia tienden a empeorar o ser más difíciles de llevar en mujeres estresadas. Asimismo, el estrés puede exacerbar los síntomas de los trastornos del sistema reproductor femenino, como el virus del herpes simple o el síndrome de ovarios poliquísticos.

Manejo del estrés

Entre las estrategias eficaces para reducir la respuesta al estrés se encuentran: mantener una red de apoyo social saludable, hacer ejercicio físico de forma regular y dormir lo suficiente cada noche. Estas medidas han demostrado proporcionar beneficios importantes para la salud física y mental, y forman parte de un estilo de vida saludable. Además, la asistencia psicológica puede ayudar a identificar los desafíos y factores estresantes que afectan la vida diaria y encontrar formas para lograr un mejor bienestar general.

Referencias

Resumen objetivo elaborado por el Comité de Redacción Científica de SIIC sobre la base del artículo Stress effects on the body, de American Psychological Association, Washington, EEUU. El artículo original, compuesto por 10 páginas, fue editado por American Psychological Association, Mar 2023.

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