Reflexiones El cambio climático impacta en la salud mental Cada vez más jóvenes sufren de ecoansiedad, un fenómeno que crece a medida que se acrecientan los problemas medioambientales. Cuáles son los síntomas y qué herramientas se disponen para enfrentar esta problemática. El 4 de julio de este año fue el día más caluroso en la historia del planeta. En los últimos tres años los países del Cono Sur sufrieron una pérdida cuantiosa de cosechas debido a que atravesaron la sequía más importante de los últimos 60 años y, para colmo de males, Uruguay está viviendo una crisis hídrica sin precedentes que se traduce en una alarmante falta de agua potable en Montevideo. Las noticias anuncian de forma asidua incendios forestales, inundaciones y vientos extremos que arrasan civilizaciones en distintas latitudes. Las pantallas muestran imágenes de catástrofes ambientales una y otra vez, imágenes que casi nunca se contrarrestan con posibles soluciones. El cambio climático es una realidad, y junto con él crece, sobre todo entre los más jóvenes, lo que se ha dado en llamar ecoansiedad. Acuñada a fines de la década del 90 por la Asociación Americana de Psicología, la palabra ecoansiedad refiere a un temor crónico y concreto que sufren algunas personas debido al aparentemente irrevocable cataclismo ambiental y la preocupación que conlleva tanto por el propio futuro como el de las próximas generaciones. Aunque no está considerada por el Manual de Diagnóstico y Estadístico de trastornos mentales (DSM) como una enfermedad o un trastorno, sí se la sopesa como una variable que empeora cuadros de enfermedad mental y que, sobre todo, está en franco ascenso. Síntomas “El cambio climático se transformó en la emergencia en salud más importante a la que nos enfrentamos actualmente, porque genera traumas psíquicos no sólo a las víctimas de catástrofes ambientales, sino también a gran parte de la población joven que se ve amenazada por un futuro catastrófico”, advierte el Dr. Bernabé Ibáñez, miembro de la comisión directiva de la Asociación de Psiquiatras de Argentina (APSA), en una entrevista de la agencia Télam. Los síntomas varían de acuerdo a cada persona y su circunstancia, pero en términos generales son: alteraciones del sueño o insomnio, estrés, preocupación desmedida, déficit de atención, desgano, depresión, fatiga crónica e incluso pensamientos suicidas. “Tiene que ver con la ansiedad que genera a los más jóvenes la visualización de un futuro catastrófico que se cierne sobre ellos, y que comienza a condicionar sus estados mentales. La ansiedad climática produce sensaciones sumamente negativas relacionadas con la tristeza, la angustia y la preocupación desmedida. Empiezan a ver un futuro aterrador que corrompe su proyección de vida. Observan que tanto esfuerzo y proyecciones no van a tener mucho sentido en la medida que no se actúe en la problemática. Se instalan cuadros emocionalmente muy negativos que empiezan a tener afectaciones en el día a día”, explica el médico psiquiatra. Una investigación publicada en The Lancet en 2021, reafirma las palabras de Ibáñez. El estudio se llevó a cabo mediante una encuesta a 10.000 personas de 16 a 25 años de edad de Brasil, Filipinas, Francia, Estados Unidos, India, Reino Unido, Nigeria y Australia, Portugal y Finlandia. Allí se observa que el 59% de los jóvenes se encuentran muy o extremadamente preocupados por el cambio climático. Más del 50% de ellos informó ansiedad, enojo, impotencia y culpa. La ansiedad y la angustia climática se correlacionaron con una respuesta gubernamental percibida como inadecuada y asociadas a sentimientos de traición. Adaptación activa Ante un panorama tan desolador, ¿cómo hacer frente a semejante y validada angustia ecológica? “Ante todo es importante identificarla y aceptarla”, dice la psicoterapeuta Mari Szymanski Peters, especialista en tratamiento y diagnóstico de ansiedad y depresión, y miembro de Climate Psichology Alliance de Norteamérica. “La ansiedad nunca está puesta en el presente; sino que a partir de experiencias pasadas reales te lleva a un futuro apocalíptico. Entonces, la mejor herramienta para enfrentar la ecoansiedad es concentrarse en el presente, ver cuáles son los recursos -materiales, económicos, sociales, psicológicos-, con los que se disponen y ponerse en acción para contrarrestar esa calamidad que paraliza. Puede ser plantar un árbol, separar la basura, fomentar el ropero circular, usar menos plástico, es decir, concentrarse en lo que se pueda hacer hoy en pos de cambiar esa perspectiva oscura, como el solo por hoy de Alcohólicos Anónimos”, ejemplifica. Se trata de poner en práctica el concepto dialéctico de adaptación activa a la realidad, esto es, que en cuanto el sujeto se transforma activamente, modifica al medio, y al modificar al medio, se modifica a sí mismo. PARA LA OMS ES FUNDAMENTAL PROMOVER EL BIENESTAR PSICOSOCIAL La Organización Mundial de la Salud (OMS) alertó, en la Conferencia Estocolmo+50, que el cambio climático plantea graves riesgos para la salud mental. En dicho coloquio, realizado en junio de 2022, el organismo subrayó la necesidad de que los Estados implementen políticas específicas para la salud mental y el bienestar psicosocial como parte indispensable de los planes para mitigar los efectos de la crisis ambiental. Cinco enfoques La OMS define el sustento en materia de salud mental y psicosocial como “cualquier tipo de apoyo local o externo cuyo objetivo es proteger o promover el bienestar psicosocial y/o prevenir o tratar los trastornos de salud mental”. Para responder a los riesgos climáticos, el organismo recomendó a los gobiernos concentrarse en cinco enfoques: • Integrar las consideraciones climáticas en los programas de salud mental. • Integrar el apoyo a la salud mental con la acción climática. • Basarse en compromisos mundiales. • Elaborar enfoques basados en la comunidad para reducir las vulnerabilidades. • Reducir el importante déficit de financiación que existe para el apoyo a la salud mental y psicosocial. Para remarcar su propuesta, la OMS ha dado ejemplos concretos de mejoras sustanciales al llevarse a cabo este tipo de políticas. Uno de ellos fue el caso de Filipinas, que reconstruyó y mejoró sus servicios de salud mental tras el impacto del tifón Haiyan en 2013; otro fue la India, que llevó a cabo un proyecto nacional que ha permitido reducir de manera significativa el riesgo de desastres, además de preparar a las ciudades para responder a los riesgos climáticos y hacer frente a las necesidades psicosociales y de salud mental. Así lo transmite Eyal Weintraub: “hace muchos años que desde Jóvenes x el Clima estamos organizados y llevando a cabo acciones, intervenciones y trabajando fuerte para implementar la educación ambiental en todo el país, para desarrollar políticas públicas y hacer que se aprueben leyes que protejan el ambiente. Creo que cuando uno es parte de un colectivo, es parte de algo más grande que uno mismo, y la impotencia muchas veces se va disipando”. Por su parte, el Dr. Ibáñez invita a la población adulta a involucrarse en la temática, a “no ser cómplices del negacionismo reinante que hay sobre este tema. Hay que acompañar a los jóvenes en su reclamo y reconocerles que lo que están planteando es necesario y correcto. Cuanto más sepamos más probabilidades de intervención tenemos. Para mitigar estos estados psicopatológicos que se generan debemos promover la participación activa”. URGENCIA EN SALUD MENTAL En 2022 el Gobierno nacional puso en funcionamiento el Dispositivo de Orientación y Apoyo en la Urgencia de Salud Mental, al que se accede llamando al 0800-999-0091. Su atención está a cargo de profesionales. Funciona las 24 horas de los 365 días del año. RED DE VÍNCULOS AMBIENTALES SALUDABLES La Asociación de Psiquiatras Argentinos (APSA) ha formado el Grupo de Salud Mental Ambiental y Urbana con el propósito de “atender los reclamos de las generaciones más jóvenes que heredarán un planeta descuidado repleto de basura plástica en los mares, saturado de chatarra espacial, con dificultad para el acceso al agua y carente justicia alimentaria”, explicó a Télam Ángeles López Geist, vocal titular de APSA. Como una de las fundadoras, Geist manifiesta que el grupo se propone establecer un diálogo multidisciplinario con todos los sectores de la sociedad para “instalar un sentido de responsabilidad por el mundo en que vivimos que se traduce tanto en pequeños actos cotidianos individuales como en activismos comunitarios que luchan por el cuidado del ambiente y por un progreso sustentable”. Además, resaltó que el cambio climático, los desastres naturales, la polución ambiental y la deforestación pueden tener “un alto impacto en la salud mental” y que la polución “ha sido ligada a tasas crecientes de depresión y ansiedad”. El grupo espera generar conciencia acerca de la necesidad de considerar “una sola salud” que incluya a todos los seres vivos en una red de vínculos saludables, y estar atentos a las condiciones saludables necesarias en las ciudades y sus aspectos insalubres que generan padecimiento, como la falta de circulación por espacios verdes o la escasez de luz natural. EL IMPACTO DE LAS OLAS DE CALOR Lamentablemente, las olas de calor se han incrementado en los últimos años siendo cada vez más usuales en el planeta. Aunque no hay un consenso específico, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Meteorológica Mundial (OMM) coinciden en que una ola de calor es un período inusualmente caliente que se inicia y termina en forma repentina generando un impacto en los seres humanos y los sistemas naturales. Ante las altas temperaturas, el cuerpo humano reacciona redistribuyendo la sangre hacia la piel y las extremidades (vasodilatación periférica), lo que ocasiona una sobrecarga cardiovascular; y expulsa el calor del cuerpo mediante el sudor, que a su vez causa la deshidratación. La Organización Panamericana de la Salud (OPS) señala que la exposición al calor puede causar edema, síncope, calambres, dolor de cabeza, irritabilidad y agotamiento. Además, puede generar deshidratación severa, accidentes cerebrovasculares y contribuir a la generación de coágulos. El organismo internacional advierte que la respuesta al calor depende de la capacidad de adaptación de cada persona. De hecho, la mayoría de las muertes durante un período de calor inusual se debe al agravamiento de enfermedades cardiopulmonares, renales y psiquiátricas preexistentes. No obstante, los efectos graves pueden aparecer de manera repentina, por lo cual se recomienda estar alerta a los consejos de las autoridades locales. Para prevenir golpes de calor la OPS recomienda: • Evitar la exposición al sol durante las horas de mayor calor. • Evitar hacer actividad física intensa al aire libre sin protección. • Consumir agua cada dos horas y evitar las bebidas con cafeína y alcohol. • Tomar duchas o baños fríos en sitios seguros. • Mantener la vivienda fresca cubriendo las ventanas durante el día y usando aire acondicionado o ventilador en las horas de más calor. • Ante la presencia de síntomas, consultar con un médico. Los artículos aquí publicados están destinados exclusivamente a profesionales de la salud y tienen solo un fin informativo. 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