La piel de los niños es más delgada que la de un adulto y los mecanismos de defensa cutáneos, como las glándulas sebáceas y el sistema pigmentario, se encuentran en proceso de maduración. Asimismo, las glándulas sebáceas detienen su actividad en el transcurso de los primeros 6 meses de vida (estímulo aportado por la mamá) hasta la pubertad (11-12 años, estímulo propio).