Reflexiones El conocimiento es salud Reproducir nota La prevención es uno de los ejes fundamentales para sostener la mejor calidad de vida posible en una sociedad. Para ello es importante llevar a cabo campañas de salud en forma constante y eficaz, ya que una población consciente de sus cuidados será una población más sana. Mantener las condiciones de vida lo más sanas y saludables posibles es el objetivo fundamental de toda sociedad. Según el diccionario de la lengua española (RAE), uno de los significados de prevención es: “Preparación y disposición que se hace anticipadamente para evitar un riesgo o ejecutar algo”, por lo tanto, dicha palabra es esencial en términos de salud. Y uno de los ejes primordiales para evitar o prevenir la aparición de enfermedades son las campañas de salud. Brindar conocimientos y herramientas a los ciudadanos acompañados por políticas públicas que faciliten el acceso a la salud sienta las bases de una población sana. Los tres niveles La atención primaria de salud se puso en marcha de manera oficial en 1978 en Alma-Ata, ciudad de la República Kazajistán, miembro en ese entonces de la ahora extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Organizado por OMS, OPS y Unicef, participaron del evento 134 países y 67 organizaciones internacionales. Allí, “la atención primaria de salud se presentó como un conjunto de valores, principios y enfoques destinados a mejorar el grado de salud de las poblaciones desfavorecidas y reconocía que muchas de las causas básicas de la mala salud y de la enfermedad escapaban al control del sector de la salud y, por lo tanto, deben abordarse a través de un enfoque amplio que abarque a toda la sociedad”, dice el informe “La atención primaria de salud, más necesaria que nunca” realizado a 30 años de la Declaración de Alma-Ata por la OMS. En un editorial publicado ese mismo año en la revista The Lancet, la entonces Directora General de la OMS, Margaret Chan, escribió: “Ante todo, la atención primaria de salud ofrece una manera de organizar el conjunto de la atención de salud, desde los hogares hasta los hospitales, en la que la prevención es tan importante como la cura, y en la que se invierten recursos de forma racional en los distintos niveles de atención”. Tres son los niveles establecidos. En el de prevención primaria, el objetivo es evitar o prevenir la enfermedad o daño en personas sanas; en el secundario se procura detectar la enfermedad en su estadio inicial para tratar de evitar su progresión, y el terciario se encamina hacia el tratamiento y rehabilitación de la enfermedad ya instalada para frenar su progresión y evitar complicaciones. Es requisito entonces, para poder cumplir con el primer nivel, dar a conocer las formas de cuidado personal en forma clara y constante para mantener del mejor modo posible la salud de la población. En campaña La vacunación es el paradigma de la prevención. Elaboradas en un principio como respuestas a epidemias, en el siglo XX lograron cambiar la manera de ver y ejercer la Medicina; gracias a ellas el objetivo es, ante todo, tratar de evitar que la enfermedad aparezca y, si llega, que sea lo más leve posible. La Argentina en particular tiene un calendario de vacunación muy completo y una alta adherencia de su población. Pero esto no significa que el trabajo terminó, que ya es preciso recordar y difundir lo importante que son las vacunas para inmunizar a toda la sociedad. De hecho, están surgiendo, sobre todo en Europa, movimientos antivacunas. Se trata en general de población joven, que no vivió epidemias y que creen que ya no es necesaria la inmunización farmacológica. Como consecuencia, aparecieron nuevos brotes de sarampión en el viejo continente. En estos momentos es preciso entonces, además de mantener el stock suficiente para inmunizar a la población, que las campañas de vacunación viren a poner énfasis en que las epidemias se mantienen bajo control gracias a ellas. Cambio de hábitos Para concientizar se requiere constancia, más aún cuando mejorar la calidad de vida implica un cambio de hábitos. Un ejemplo interesante de cuán efectivas pueden ser las campañas de salud es el caso del tabaquismo. En 2003, la Argentina suscribió en Ginebra el Convenio Marco para el Control del Tabaco de la OMS. Ese mismo año, el Ministerio de Salud comenzó a implementar un enfoque integral para combatirlo con diversas campañas. En el año 2005, el Ministerio de Salud de la Nación realizó la Primera Encuesta Nacional de Factores de Riesgo en 50.000 personas mayores de 18 años. Esta mostró que fumaba el 33,4% de la población de 18 a 64 años. En 2009, la Segunda Encuesta observó que el porcentaje había disminuido a 30,1%. En 2011 se sancionó la Ley Nacional Antitabaco, que decreta, entre otras cosas, la prohibición total de publicidad o promoción de marcas de cigarrillos en medios de comunicación, la prohibición de vender cigarrillos a menores de 18 años y de tener máquinas expendedoras de tabaco. Además, los atados deben tener leyendas advirtiendo sobre el riesgo de fumar acompañados por imágenes y una línea gratuita de teléfono habilitado para dejar de fumar. La prensa también acompaña con artículos advirtiendo sobre lo nocivo que es el tabaco tanto para el fumador como para sus allegados. La tercera Encuesta Nacional de Factores de Riesgo se realizó en 2012; ese año un 22,3% refirió que consumía tabaco, lo que se traduce en 700.000 fumadores menos desde el año 2009. Aun así, nuestro país es el tercer mayor consumidor de tabaco de América Latina y el Caribe. Con el conocimiento llega la conciencia, y con ella, la prevención. Según las últimas estadísticas del Ministerio de Salud que datan de 2015, en nuestro país mueren 550 personas al año a causa del melanoma, el tipo de cáncer de piel más agresivo y de peor pronóstico. Si bien suele presentarse con la edad, uno de los factores que lo desencadena está directamente ligado al grado de exposición a los rayos del sol y a las camas solares que han tenido las personas a lo largo de su vida, sobre todo durante la infancia y la adolescencia. Quienes tienen 40 años o más fueron niños o adolescentes en la década de 1980, cuando imperaba la moda de estar hipertostados a base de bronceadores e incluso aceites. La Campaña Nacional de Prevención de Cáncer de Piel que organiza desde hace 25 años la Sociedad Argentina de Dermatología, en la que colabora Laboratorios Andrómaco y auspicia el Ministerio de Salud, organiza año a año chequeos gratuitos en diferentes hospitales y centros de salud, obtiene información estadística y procura educar a la comunidad para prevenirlo. Durante la campaña de 2012, el 31% de los 9045 pacientes atendidos a en todo el país manifestaron que nunca se protegían del sol; en 2016 la cifra de quienes no se cuidaban de los nocivos rayos UV bajó a 21%. En cuanto a la lactancia materna, las encuestas procesadas por el Ministerio de Salud demuestran que el porcentaje de bebés alimentados por lactancia materna exclusiva (LME) hasta el cuarto mes de vida, aumentó del 23% que se observaba en 1998 a 46% en 2015. En cuanto a la LME hasta el sexto mes pasó de 7% en 1998 a 35% en 2015. Estos son solo algunos de los datos que demuestran que las campañas de salud son necesarias, que es preciso continuarlas, adaptarlas a los diversos formatos de medios y redes para que lleguen a los destinatarios, apuntalarlas y fomentarlas. UNA CAMPAÑA QUE CAMBIÓ LA LEY DE TRASPLANTES El año pasado, Justina Lo Cane tenía 12 años y necesitaba un trasplante de corazón. Ezequiel y Paola, sus padres, apoyados por ella, encabezaron la campaña “Multiplicate x 7”, que se viralizó por las redes bajo la iniciativa #LaCampañaDeJustina. Justina estuvo cuatro meses primera en la lista de espera de trasplantes, y durante ese tiempo se logró el récord hasta ese momento de donantes de órganos: para noviembre fueron más de 126.000 personas las registradas como donante, contra los 30.000 del año anterior. Lamentablemente, Justina falleció ese mismo mes. Con el dolor a cuestas, Paola y Ezequiel siguieron luchando por promover una ley de trasplantes de órganos más amplia, para que quienes lo esperan tengan más probabilidades de conseguirlo que su propia hija. La conmoción que provocó la muerte de Justina y la batalla que encabezaron luego sus padres conmovió a todos y aceleraron los tiempos legislativos. El 30 de mayo –Día Nacional de Donación de Órganos– de 2018, se aprobó el proyecto de ley por unanimidad en el Senado. El 3 de julio se aprobó, también por unanimidad y sin necesidad de debate previo, en la Cámara de Diputados. Y no solo eso; tras la sanción la familia Lo Cane recibió un largo aplauso de pie por parte de los legisladores. “Yo sé que ella me abraza y me dice: ‘Lo logré mamá’”, dijo Paola, emocionada, y contó que Justina siempre tuvo como intención ayudar a todos los que estaban en su misma situación. Esta ley modificó la aprobada en 2005, que establecía un “donante presunto”; esto quería decir que aquellas personas mayores de edad que no habían manifestado su deseo de donar órganos, al momento de fallecer la última palabra la tenían sus familiares. A partir de la ley Justina, todos los mayores de edad son donantes, salvo que hayan dejado expresamente registrado su voluntad de no serlo. Los números demuestran su eficacia. De acuerdo a las estadísticas del INCUCAI, en los primeros ocho meses de 2018 se registraron 9,44 donantes por cada millón de habitantes, contra los 13,46 de todo 2017, año en que además se cuadruplicó la cantidad de donantes en sus últimos meses.