Equipo del Servicio de Neonatología del Hospital Infantil de San Isidro
Designado por UNICEF como Hospital Amigo de la Madre y el Niño, esta institución tiene una exitosa trayectoria en el cuidado de bebés prematuros y de alto riesgo. Su secreto es basarse en la ciencia sin perder la sensibilidad.
Con 2.200 nacimientos anuales, el Servicio de Neonatología del Hospital Materno Infantil de San Isidro es un referente en zona norte para la atención de partos prematuros y de nacimientos de alto riesgo. Como es un hospital escuela, los residentes concurren a realizar la especialización. “Tenemos un convenio con la Facultad de Medicina de la UBA. Son médicos que hicieron la residencia en pediatría y que a posteriori continúan la especialización en neonatología. También, a través de la provincia de Buenos Aires, vienen médicos residentes a hacer la carrera de pediatra neonatólogo, conformada por tres años de pediatría y dos de neonatología, además de los residentes de pediatría que vienen durante cuatro meses para aprender a recibir a un recién nacido, asistir a un parto, observar las patologías habituales y ver a los chicos de internación de nacidos patológicos”, enumera la Jefa del Servicio, la Dra. Regina Valverde.
ENTRE LA FELICIDAD Y LA ANGUSTIA
Se considera que el 90 por ciento de los nacimientos son normales y que un 10 por ciento presenta riesgos. “Creo que debe ser la única especialidad de la medicina que tiene la suerte de no trabajar siempre con enfermos, sino que en la mayor parte de las situaciones se está frente a un hecho feliz como un nacimiento. En el caso de los chicos que tienen problemas, la enorme mayoría se recupera y para nosotros es sumamente gratificante”, dice la Dra. Valverde. Al respecto, el Dr. Pedro Lukin recuerda un caso que le quedó impregnado en la memoria: “En 1992 nació una nena con hidrocefalia. En esa época hacer una tomografía computada era algo muy moderno, difícil, pero logramos hacerle una. Lo que medimos es la corteza cerebral, cuánto empuja el agua y cuánta corteza le queda; si está muy finita ya no hay mucho que esperar. Ella tenía apenas medio centímetro de corteza. De todos modos fue operada, evolucionó bien y se fue a su casa. Pasaron 20 años y vino a tener un bebé acá. Casos de hidrocefalia atendimos muchos; éste me quedó grabado porque tenía un pronóstico muy desalentador pero la operamos y creció para volver a tener a su hijo en nuestro hospital”.
EL NIDO, EN EVOLUCIÓN PERMANENTE
Gracias al avance de la tecnología y los conocimientos, cada vez más bebés muy chiquitos e inmaduros pudieron sobrevivir y esto trajo aparejado un montón de interrogantes, como qué tenían que comer hasta cuáles debían ser sus procesos madurativos. “Tuvimos que aprender a la par de los chicos, aprender cuáles eran sus necesidades especiales y brindarle a la familia las respuestas a las problemáticas que se iban presentando”, recuerda la Dra. Valverde. Frente a estas cuestiones, la Dra. Ana María Menéndez y la fonoaudióloga Ana Fiorella decidieron armar un equipo multidisciplinario de desarrollo infantil y de estimulación temprana para chicos de hasta seis años. Al principio trabajaban en una sala del hospital, pero su labor resultó tan importante que en 2012 la Municipalidad le otorgó un lugar propio al que apodaron “El nido” y allí concurren niños derivados del Hospital Materno Infantil, de otras instituciones, de jardines de infantes y de pediatras particulares. Este centro de estimulación temprana cuenta con una sala para la atención de los más pequeños, un sector para patologías motoras, seis consultorios para atención personalizada, un espacio para desarrollar tareas grupales y un aula para capacitación y docencia.
ROTACIÓN DE SERVICIO
Los profesionales cambian de sector cada tres meses por dos razones: para que todo el equipo conozca la patología neonatal y para cuidar la propia salud, ya que lidiar siempre con pacientes graves puede llevarlos al burn out. Y rotar por todos los sectores permite que un mismo médico haga el seguimiento de un bebé de principio a fin. Como le pasó hace muy poquito al Dr. Antonio Macarano, residente de pos básica del segundo año de neonatología. Él fue quien asistió el parto de un bebé de 24 semanas de gestación y 730 gramos de peso; él fue su médico tratante en Terapia Intensiva, en el sector de Prematuros y quien le dio el alta a los 92 días con 2,300 kg de peso. Hoy muestra orgulloso una foto que le mandaron de ese bebé que ya tiene 42 semanas y pesa 3,900 Kg. “Tanto tiempo juntos, peleando codo a codo, adquirimos un vínculo casi familiar con los padres y el bebé”, dice orgulloso.
MADRE-HIJO, VÍNCULO FUNDAMENTAL
Para que un prematuro salga adelante precisa de muchos cuidados médicos, pero sobre todo necesita contención maternal. La madre, a su vez, precisa aprender qué tipos de cuidados requiere su hijo y, sobre todo, tiene que apaciguar el dolor y la angustia que le produce ver a su bebé internado y casi sin poder tocarlo. Por todo esto, el hospital le brinda la posibilidad de quedarse en un sector continuo, la residencia para madres, para visitar a su bebé sin horarios, brindarse apoyo y consejos con otras madres que están en la misma situación y poder mantener la lactancia. Además, cuentan con un consultorio de psicología. Éstas son algunas de las razones por las que UNICEF distinguió a esta institución como Hospital Amigo de la Madre y el Niño.
VOLUNTARIAS IMPRESCINDIBLES
El servicio de voluntarias para hospitales Damas Rosadas es muy valorado en el servicio de Neonatología del Hospital Materno Infantil de San Isidro. Allí tienen su propia salita, impecable como un quirófano, donde preparan y fraccionan la leche. Ellas administran las donaciones y pasan a diario sala por sala preguntando cuáles son las necesidades y las cubren. Y si hay un bebé abandonado, que por suerte no ocurre mucho, las damas rosadas le llevan ropita, le hacen compañía y le hacen upa para que tengan un vínculo.
ALTA Y SEGUIMIENTO
Aunque el peligro haya pasado y por fin pueda irse a su casa, un prematuro tiene que seguir con controles especiales. Por eso, la Dra. Karina Teisaire, quien continúa sus cuidados clínicos desde el consultorio, visita las salas de internación una o dos veces por semana para conocer la problemática y presentarse a la familia. “Un bebé que estuvo poco tiempo en la panza, cuyo cerebro no recibió todos los nutrientes necesarios, se termina de formar ante la luz con los ruidos, los pinchazos, es muy duro. Después empiezan a verse las complicaciones de este nacimiento prematuro. Hasta los dos años hay que hacer la evaluación motora, si puede caminar, sociabilizar, etc. Lo que más vemos son trastornos de aprendizaje”, cuenta la Dra. Teisaire. Ella mantiene un contacto muy fluido con “El nido”, un consultorio interdisciplinario de estimulación temprana que se creó en el hospital y adonde van muchos de sus pacientes para mejorar su calidad de vida.
UNA GRAN FAMILIA
La vida de estos bebés tan frágiles depende tanto de los cuidados médicos como de los vínculos con sus parientes. Quizás por ello los profesionales a cargo sienten que ellos mismos son una gran familia. “Hice la residencia acá, después tuve la oportunidad de trabajar en Capital, pero decidí volver. Esto es como una familia, donde adquirís un montón de conocimientos que van más allá de la medicina, como la sensibilidad de esta carrera y creás vínculos fuertes que no querés perder”, dice el Doctor.
SECCIONES DE NEONATOLOGÍA: |
- Terapia intensiva: 8 camas.
- Sala de prematuros: 8 camas.
- Cuidados intermedios: 8 camas.
- Internación conjunta: 25 camas.
- Residencia para madres
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INTEGRANTES DEL SERVICIO: |
- Jefa: Dra. Regina Valverde
- Subjefa: Dra. Mariana Turturicci
- Dra. Cristina Blanca Senra
- Dra. Gloria Araujo
- Dr. Pedro Lukin
- Dra. Nélida Salazar
- Dra. María De Gregori
- Dra. Lucía Fedorowicks
- Dra. Elsa Villafañe
- Dra. Marta Sánchez
- Dra. Yésica Leiro
- Dr. Leonardo Graf
- Dra. Débora Kraft
- Dra. Marta Decker
- Dra. Romina Marconi
- Dr. Guillermo Sudini
- Dra. Silvia Russo
- Dra. Melina Villar
- Dra. Mariana Cáceres
- Dr. Antonio Macareno
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Editorial Conexión; Un lugar de contención para médicos y familias Revista Conexión Andrómaco N°26; 28-31; (2015)
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