Finalizó el bachillerato a los 17 años y, aunque la pintura fue su primera pasión, su vocación fue la medicina. Obtuvo su título muy joven, a los 23 años, y se especializó en ginecología y obstetricia. Su formación la realizó en el Hospital Piñero en 1978, donde llegó a desempeñar el cargo de jefe de Guardia en el área de Maternidad. Su curiosidad y la búsqueda de mayor eficiencia lo estimularon para hacer cursos en medicina sanitaria, auditoría médica y una maestría en administración de Servicios de Salud, completando sus estudios en la especialidad de economía sanitaria.
La tesis para su maestría trató sobre discapacidad y rehabilitación. Concursó el cargo en el Ministerio de Salud de la Nación para coordinar la Red de Políticas Públicas de Discapacidad en el Servicio Nacional de Rehabilitación. Permaneció allí casi diez años. Esa tarea lo llevó a lugares inimaginables y le permitió conocer diferentes realidades de la República Argentina, como las historias de Amaicha del Valle, en la provincia de Tucumán: “Había una comunidad indígena que nos cedía el terreno para la construcción de un Centro de Día para niños con síndrome de Down.
El cacique, que era abogado y representaba a la comunidad indí- gena en la ONU, en Suiza, una vez al año, nos entregó el espacio luego de una celebración a la Pachamama. Fue muy emocionante ver a todos los niños vestidos de blanco y cantando el Himno Nacional Argentino que hacía eco en la cordillera de Tafí del Valle. Estos chiquitos, que vivían en la Puna, bajaban del cerro solos atados a una mula hasta el Centro de Amaicha. Por la tarde, las maestras especiales los volvían a subir al animal y los ataban para que regresaran a sus casas sin caerse en el camino
SU INGRESO AL HOSPITAL SAN JUAN DE DIOS
Cuánto tiempo tengo para decidirme?, preguntó el Dr. Penedo. 48 horas, respondió el Superior Provincial de la Orden Hospitalaria San Juan de Dios. Con estas palabras lo convocaron en el año 2000 para asumir como director general del Hospital situado en Ramos Mejía. Cargo que aceptó inmediatamente y que ejerció varios años en forma paralela a la Red Nacional de Rehabilitación
EL MENSAJE: “HAGA LO QUE SEA NECESARIO
Con el aval de la Orden Hospitalaria, en 2005, luego de levantar las salas de cardiología, dos pisos de discapacidad y dos pisos más de internación quirúrgica, planificó la Maternidad y la Neonatología.

Para poder construir el departamento de Ginecología y Obstetricia y el área de Neonatología, el Dr. Penedo realizó un benchmarking por las principales maternidades privadas de Buenos Aires: el Sanatorio Mater Dei, el Hospital Austral y la Clínica Maternidad Suizo Argentina, entre otras.
Luego de su investigación, proyectó un módulo novedoso que incluía todas las áreas relacionadas con el embarazo, el parto y el recién nacido en un solo piso.
En el área de Maternidad logramos que la embarazada ingrese a través de la guardia obstétrica y cumpla todo el proceso necesario para permanecer con su bebé en el mismo centro, relata el doctor. De tal modo, se construyeron tres salas de preparto que tienen comunicación directa con las salas de parto y los quirófanos. Una vez finalizado el parto, la madre y el bebé son trasladados a la habitación para la internación conjunta o, si es necesario, el bebé va a la terapia neonatal, concluye. La terapia neonatal está compuesta por la terapia intensiva, la intermedia, una terapia de aislamiento, una sala de recuperación nutricional para prematuros, y una sala de lactancia con bombas de extracción y heladeras de almacenamiento.
UNA HISTORIA QUE MARCÓ SU MANERA DE PRACTICAR LA MEDICINA
Juan Ciudad era un portugués nacido en 1495, quien luego de sufrir una conmoción espiritual al escuchar la prédica de San Juan de Ávila fue juzgado por demente. Esa sentencia y su estadía en el Hospital Real Granadino marcaron su vida y su misión y decidió, con el dinero que obtenía de su actividad como librero y de donaciones, alquilar una casa para albergar a los desprotegidos, discapacitados y marginados por la sociedad. Hoy en día, la Orden Hospitalaria San Juan de Dios fundada a raíz de su obra tiene cerca de 300 hospitales alrededor del mundo, en los cinco continentes.
La historia del santo inspira al Dr. Penedo a llevar a cabo una medicina humanizada. Por ello, explica, “a cada integrante del equipo de médicos, de enfermeras y mucamas que ingresa al Hospital lo capacitamos con una inducción de carisma juandediano. Los hermanos de la Orden son exigentes con la práctica de una medicina humanizada. Es decir, que un paciente sienta que está contenido y que pertenece a un doctor en particular”. El médico que atiende a una persona es el mismo que seguirá su historia clínica hasta que ese paciente sea dado de alta. El hecho de que se considere “ser pertenecido” hace que el alma de esa persona acelere el proceso de curación y brinde el bienestar necesario para lograr reintegrarse a su vida diaria.
En el año 2008 concluyó su función en la dirección porque ya había completado el período correspondiente y se hizo cargo de la jefatura del Departamento Materno Infantil.
“¿ME DA SU MANO, DOCTOR?”
Durante su gestión como director, utilizaba cuatro mañanas de la semana para visitar a todos los pacientes internados en el Hospital. En esa recorrida matutina, aprovechaba para preguntarles cómo se sentían, si sus familiares los habían venido a visitar, si estaban cómodos y bien atendidos. Ese gesto por parte del director médico del Hospital era muy bien recibido por los internados y significaba una manera de acercarse a los enfermos poniendo en práctica una verdadera medicina humanizada.
Una vez, un paciente que había quedado con una discapacidad motora importante y que estaba internado hacía tres años le dijo: “Doctor, ¿me puede dar la mano? Porque me voy a morir y tengo mucho miedo”. El Dr. Penedo hizo lo que le pedía y lo acompañó un rato hasta que el paciente falleció. “Fue muy impactante para mí. Pero me sentí bien, porque lo pude ayudar. Y eso lo recuerdo siempre”, afirma.
Todas las historias que se viven en el Hospital le confirman que la técnica médica no lo es todo. “Hay que observar el alma del paciente. No es solo la medicación, sino la fe, el buen trato, la contención y el cariño. Todo eso impacta en la mejora de su salud o en la calidad de atención que recibe. Hay enfermedades que son incurables y se debe ayudar al buen morir”.

Editorial Conexión. Dr. Néstor Mario Penedo Un profesional dedicado al ejercicio de la medicina humanizada Revista Conexión Andrómaco Número: 22 Páginas: 12-16. (2013)
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