La irrupción del covid-19 obligó a detener la vorágine humana
de forma abrupta. Después de meses de confinamiento a
escala planetaria ya nadie volverá a ser igual. Cuáles son
las secuelas de la cuarentena, cómo reorganizarse, qué
rumbos tomar son algunas de las preguntas que flotan en
el aire del mundo entero.
Por protocolos de pandemia no hemos podido imprimir este ejemplar. Adjuntamos una versión digital para su lectura.
Mientras el mundo científico se concentra en hallar la vacuna o el tratamiento
que frene esta pandemia que se expandió en un abrir y cerrar de
ojos, el resto de los mortales, poco a poco, tratamos de retomar un ritmo
de vida similar al que teníamos antes de que el covid-19 apareciera y
trastocara todo. Algo está claro: ya nada será igual y todo cambio genera ansiedad
e incertidumbre.
Y más aún un cambio tan abrupto. Según la OMS, el primer caso oficial de coronavirus
se registró el 8 de diciembre; en marzo ya se había instalado en Europa,
causó colapsos en los sistemas de salud de ese continente, cruzó el Atlántico y
llegó a América. Arrasador y estremecedor. Por primera vez en su historia de golpe
la humanidad entera tuvo conciencia de que se estaba atravesando una pandemia
a nivel global de un virus desconocido, invisible, que se contagia de la nada y que
puede ser repentinamente letal. Y para peor, sin cura a la vista. La única prevención:
encerrarse en casa.
Cortamos con nuestra rutina habitual de la noche a la mañana, dejamos de ver y
abrazar a familiares y amigos, de ir a la escuela y a espacios de recreación. Por otro
lado, esto también permitió que apareciera la conciencia del cuidado propio y hacia
el otro, y llevó, tanto a ámbitos públicos como privados, a cambiar escalas de valores
y a permitirse dudar de certezas institucionalizadas. “En nuestra profesión siempre
nos basamos en la evidencia, ahora debemos basarnos en el arte y el sentido común”,
dice la oncóloga Alejandra Pini, médica de planta del Hospital Militar Central
y de la Clínica Las Lomas.
Si hay un ámbito donde no hay tregua, donde la consigna es estar preparados para
la incertidumbre y el cambio de planes, ése es sin dudas el de la medicina. “Cambiaron
las estrategias. En mi especialidad, antes había que tomar la decisión de si
convenía que el paciente hiciera quimioterapia u operarse, ahora hay que evaluar
si tenés recursos y si es más riesgoso someter al paciente a cualquiera de los dos
tratamientos porque lo exponés aún más al covid-19” explica la Dra. Pini, y agrega
una frase que se repite a diario, casi como un mantra, en clínicas y hospitales: “En
esta época si no dudás es porque no estás pensando y si no te equivocás es
porque no estás actuando”.
Para los profesionales de la salud la exigencia es enorme:
deben seguir atendiendo y mantenerse sanos e informados.
“Incorporé la telemedicina, conseguí cambiarme a un consultorio
donde se pueden respetar los 2 metros de distancia
y el guardapolvo, los zapatos, la ropa que se usa en el
hospital queda allá”, enumera Pini. Pero, además de tomar
recaudos y enfrentar obstáculos, la doctora Alejandra Pini
también rescata un costado positivo: “crecimos un montón
en otros aspectos: tenemos al menos un webinar diario con
la institución o con grupos de trabajo donde nos pasamos
información, revisamos temas en los que antes no teníamos
acceso, por primera vez en 50 años se hizo virtual el Congreso
de Oncología con grandes personalidades. Se democratizó
el saber. Esto es un aprendizaje que nos va a quedar”.
Lo primero es la salud
Los especialistas en medioambiente venían anunciando catástrofes
varias que la ambición desmedida desestimó de
plano para producir más. La teoría más firme sostiene que
el covid-19 proviene de los murciélagos, animales que conviven
con muchos virus con total normalidad. ¿Cómo llegaron
a los humanos? Algunos dicen que por ser consumidos en
sopas, otros, que la desforestación les fue quitando su hábitat
y están cada vez más cerca de los humanos. Lo cierto
es que con las personas encerradas el virus se expandió
menos, la deteriorada capa de ozono mejoró considerablemente,
las aguas están más transparentes y los animales se
animan a pasear más. Con los seres humanos confinados, la
Tierra, que es nuestra casa, se está curando.
Epidemiólogos y estudiosos del medioambiente coinciden:
es hora de replantearse el modo de vida en pos de mejorar
la salud de todo el sistema. “El mundo como venía siendo
es muy poco sostenible. El ritmo en el que veníamos consumiendo
recursos naturales, petróleo para los viajes interna cionales, esa velocidad desenfrenada tan poco sostenible
nos llevó a diseminar una enfermedad en unos pocos meses,
ya que, mientras los controles sanitarios estaban muy debilitados
a nivel mundial, los viajes estaban muy facilitados”,
reflexiona Omar Sued, presidente de la Sociedad Argentina
de Infectología y director de investigaciones de Fundación
Huésped. Y sostiene que “lo que genera esto es una mejor
visión de la importancia que tienen los sistemas de salud
pública universal. Hay que reconsiderar el valor de la vigilancia
epidemiológica, de la salud pública y de la prevención
como componentes claves que deben tener financiamiento,
que tienen que estar organizados y ser de calidad. Es una
lección que nos va a quedar de esta pandemia”.
GRANDES PASOS DE LA CIENCIA ARGENTINA
Uno de los saldos positivos de la aparición de la
pandemia por covid-19 fue la demostración de los
rápidos reflejos, dedicación y excelente formación
de los científicos de nuestro país. En los últimos
meses han presentado dos kit esenciales y un
suero terapéutico.
El kit “COVIDAR IgG”, es un test serológico que
permite determinar si una persona tiene anticuerpos
contra el nuevo coronavirus SARS-CoV-2. Este test
sirve, entre otras cosas, para evaluar la evolución
de la pandemia de COVID-19 en poblaciones. El
mismo se llevó a cabo por científicos del CONICET
y la Fundación Instituto Leloir (FIL). “Los test
serológicos son de gran utilidad para evaluar la
extensión de la pandemia en la población dado que
permiten detectar casos asintomáticos que han
pasado desapercibidos”, explicó Julio Caramelo,
jefe de laboratorio de la FIL e investigador del
CONICET en la página web del mismo organismo.
El NEOKIT-covid-19 detecta el SARS-Cov-2 en una
hora y media. Con una sensibilidad similar al test PCR
que se viene usando –su certeza es cercana al 98%-
, este test argentino es más veloz, más económico
y permite la sustitución de importaciones. Este
kit fue desarrollado por el Ministerio de Ciencia,
Tecnología e Innovación Productiva, el CONICET, la
Agencia Nacional de Promoción de la Investigación,
el Desarrollo Tecnológico y la Innovación y por
científicos y científicas del Instituto de Ciencia y
Tecnología Dr. César Milstein (CONICET - Fundación
Pablo Cassará).
El suero terapéutico para tratar pacientes
infectados con Covid-19 se basa en anticuerpos
policlonales equinos, mostró en pruebas in vitro
que es capaz de neutralizar el virus SARS-CoV-2 y
posibilita dar una respuesta similar al plasma de
pacientes convalecientes. Este suero es resultado
de una investigación que articula recursos públicos
y privados, enmarcada dentro de las acciones que
llevan adelante el Ministerio de Ciencia, Tecnología
e Innovación (MINCyT), el CONICET y la Agencia
Nacional de Promoción de la Investigación, el
Desarrollo Tecnológico y la Innovación, a través de
la “Unidad Coronavirus Covid-19”.
Nuevos hábitos
Ya sea para salir menos, porque las verdulerías aumentaron
los precios de forma considerable, por una cuestión de
conciencia o todo eso junto, lo cierto es que hay un auge de
compras de bolsones agroecológicos con envío a domicilio.
En la Argentina, de acuerdo a varios relevamientos, las
ventas de estos productos crecieron un 70% en los últimos
tres meses dentro del área metropolitana, donde la cuarentena
es más rígida dada la mayor cantidad de contagios. La
cocina ha sido uno de los espacios que tomó relevancia y
muchos se reencontraron con el placer de hacer su propia
comida.
La necesidad de no salir impuso el home office y todo indica
que llegó para quedarse. Para Gustavo Bustamante,
doctor en psicología clínica y presidente del Fobia Club, el
aislamiento provocó una dinámica diferente que suscitó
nuevos deseos. “Cuando se trabaja fuera de casa, el tiempo
de ocio, de comer, de ir al baño, se regula en torno a ese
trabajo. Al estar confinados en el hogar, esos rituales se disfrutan
más, se hacen más pausados, en tiempos propios, y eso genera un deseo: vivir más tranquilo, y quizás trabajar
menos”.
A quienes sin dudas esta cuarentena les cambió la vida es
a los más chicos. Niños y adolescentes, tan acostumbrados
a ir a la escuela a estudiar y encontrarse con sus amigos,
de repente se vieron obligados a estar todo el día con sus
padres y ver a sus compañeros, profesores y maestros por
videollamadas. Este es otro cuestionamiento que puso sobre
el tapete el consabido virus que nos dio vuelta la vida de
un plumazo: ¿sirve la escolaridad de este modo? ¿Era adecuada
la anterior forma de aprender? Para Francesco Tonucci,
pedagogo italiano, escritor, dibujante, investigador y
creador del proyecto internacional La Ciudad de los Niños y
las Niñas –con representación en 200 localidades del mundo,
de las cuales 30 están en nuestro país-, esta puede ser
una oportunidad para cambiar el viejo modelo imperante.
Con respecto a la pandemia, de acuerdo a los testimonios
recogidos en dicho proyecto internacional, los chicos dicen
que extrañan a sus amigos, que les gusta pasar más tiempo
con sus padres y que están hartos de la tarea de manera
virtual. “Por eso propuse aprovechar la casa para que sea
un laboratorio, y que sean las acciones con los padres las
verdaderas tareas, no las del libro de texto. Aprender a cocinar,
coser, recuperar las fotos, pintar, y que la escuela trabaje
con los niños sobre estas experiencias. Tenemos que
aprovechar esta oportunidad para lanzar una idea nueva,
de una escuela que corresponda a lo que nuestra sociedad
necesita. Una vez que los chicos descubran sus aptitudes,
vocación y talento hay que ofrecerle los instrumentos adecuados
para desarrollarlo hasta el máximo nivel posible”,
contó en una entrevista.
La ansiedad tan temida
Claro que el largo confinamiento, acompañado de la crisis
económica mundial que trae aparejada esta situación excepcional
genera una serie de efectos colaterales que influyen
de manera negativa en la salud mental. “Existen dos
ansiedades básicas: el miedo a la pérdida, o sea, al pasado
conocido, y el miedo al ataque que se refiere al futuro, a
lo que está por venir, que en este momento en particular
todavía no sabemos bien cómo va a ser. Los seres humanos
no estamos capacitados para salir a la incertidumbre,
estamos más aferrados a las seguridades, a lo instituido.
Toda esta situación nos lleva a hacer un duelo por la cotidianeidad
anterior, por la manera de vincularnos que teníamos
hasta hace poco mezclado con la ansiedad que genera la
incertidumbre de no saber qué va a pasar”, reflexiona la psicóloga
social y psicodramatista Irene Tozzola, directora de
la carrera de psicodrama en CAEPS. ¿Cómo manejar esta
ansiedad para poder estar menos angustiados? Para Tozzola
debemos tomar conciencia de que estamos viviendo
una realidad totalmente atípica para la que no estábamos
preparados y comprendernos, no exigirnos de más. “Contactarse
con uno mismo y registrar emociones es lo que nos
permite reorganizarnos la vida, que de esta adaptación tengamos
un aprendizaje, una manera positiva de vivir adaptándonos
sin enfermarnos, por el camino de la salud”.