La Dra. Mercedes Cordone es una auténtica nacida y criada en la ciudad de La Plata. De segunda generación de médicos, cumple con su misión de resguardar el legado de profesionales queridos y respetados por la sociedad platense.
Una herencia muy valiosa
De padres médicos, la Dra. Mercedes Cordone recibió de ellos su vocación. Su papá, Néstor Cordone era médico clínico, su madre, Elina Susana Torres, médica dermatóloga que concluyó los estudios de la especialidad cuando la Dra. Cordone tenía 16 años. Testimoniar el esfuerzo de su mamá por obtener el título que había dejado inconcluso para criar a sus hijos, la marcó para siempre. Juntas compartieron la práctica médica desde el Instituto Sanatorio La Plata por 23 años, y esa experiencia le permitió aprender no solo lo que una madre transmite a los hijos, sino una manera de practicar la medicina. Enseñanza que la formó también desde los ámbitos académicos, ya que fue su docente.
También influyó en su carrera la figura de su tía, la Dra. Herminia Torres. La primera mujer en ostentar el cargo de cirujana general de la provincia de Buenos Aires. “Mi mamá y mi tía eran de Balcarce. Su familia se mudó a La Plata para que ellas dos pudieran estudiar. Mi tía se recibió e ingresó en el Hospital San Martín. Era la única mujer y su maestro fue el Dr. D´Amelio, por lo que creo que fue la primera cirujana general del país”.
Ahora le toca a Mercedes compartir los valores heredados. Y trasladarlos a la tercera generación, a Mauro, Joaquín y sobre todo a Victoria, que se encuentra actualmente estudiando medicina.
Homenaje a la madre
“Aprender a escuchar al paciente es una de las premisas que mi madre me enseñó. No adelantarse, tomarse el tiempo para escucharlo y realizar una buena revisación. Ser preciso en la consulta e ir más allá del motivo de la visita si sobresale algo muy evidente”.
“En mi consultorio, atiendo respetando los tiempos de cada paciente. Y cuento con todos los elementos necesarios para concretar una buena consulta. Me llevó mucho trabajo y dedicación poder montar mi consultorio. Tardé veinte años, pero lo logré. Pude disfrutar junto a mis padres la inauguración, lo que me llenó de satisfacción. Con mi madre compartimos años de práctica médica. Supimos disentir en algunas evaluaciones, a veces teníamos distintas miradas terapéuticas, pero siempre desde el respeto, haciendo de ese intercambio un espacio de crecimiento”.
“De ella, también aprendí sobre el trabajo social. Mi madre llegaba temprano al consultorio y atendía, durante la primera hora, a pacientes sin recursos”.
“Trabajó hasta los 80 años. Le costó mucho dejar la profesión. Cuando la vocación es grande, dejar de ejercerla duele. Duele en el cuerpo. Menos de un año después, falleció”, revela la Dra. Cordone en un humilde homenaje a quién la guió en la especialidad.
La búsqueda permanente
Su inquietud como profesional la lleva a capacitarse e investigar continuamente. Es así como dirige su carrera desde muy joven. Además de formarse en su especialidad, la Doctora se preparó para ser perito dermatóloga en la justicia. Fue la única perito mujer de la provincia que figura en la lista consultada por los fueros judiciales, tal vez siguiendo una tradición familiar que ubica a las mujeres como punta de lanza. Intervino en varios juicios sin impugnaciones.
Desde el año 2013 presenta casos clínicos diversos, posters electrónicos y minicasos en congresos como RADLA (Punta del Este 2013, Chile 2015, Bogotá 2017, Cancún 2018) y en el Simposio Internacional de CILAD de dermatoscopía en 2018.
Su próximo desafío es llevar dos trabajos documentados de pacientes tratados con Mebutato de Ingenol al Congreso Mundial de Dermatología de Milán en junio de 2019. Los mismos, que ya fueron aceptados por el comité del Congreso, desarrollan cuatro casos diferentes con histología previa y posterior. Ya le confirmaron que figurarán como posters en el evento.
“El acercamiento hacia esta droga y su terapéutica fue un reto personal”, afirma la Dra. Cordone. “Me llamó la atención desde su aparición en 2012 y me propuse no solo probarla en pacientes que conozco muy bien, sino también documentar los resultados”.
“He documentado el caso de cuatro pacientes con queratosis actínicas, realizando la histología antes y después de la utilización del mismo. Realicé las aplicaciones en mi consultorio registrando las evidencias tanto en papel como en fotos clínicas. Compartí la información con un patólogo, que me aconsejó sumarle a los casos el marcador Ki 67 que detecta proliferación celular. Al hacerlo, pude comprobar el efecto que tiene la medicación en una forma bien concreta que no admite miradas diferentes. La histología previa y posterior, más la inmunomarcación muestra diferencias. El Mebutato de Ingenol baja el grado de displacia y la proliferación celular. Yo lo interpreto como una medicación que frena el tren. El tren que va desde una queratosis actínica y quiere terminar en un epitelioma espinocelular”.
“Desde mi punto de vista, la medicación sirve, además, para achicar una lesión tumoral. Por ejemplo, si un paciente necesita realizarse una cirugía en el rostro que va a dejar una
cicatriz muy grande que va a afectar, sin duda, su calidad
de vida, puede utilizarse previamente la medicación para
achicar la zona. O también, repetir el tratamiento con el
Mebutato de Ingenol hasta su desaparición. Es un arma
más en la terapéutica”.
Recomendaciones sobre el uso del
medicamento
“Si tuviera que aconsejar a otros profesionales, recomendaría
no cortar el proceso inflamatorio porque forma parte
de la reparación. Si irrita, arde o el paciente siente calor,
recomendar algún agua de tipo termal y nunca un corticoide
para no cortar el proceso. Si aparecen ampollas, esperar
quince días para reiniciar el tratamiento. Minimizar
la ansiedad del paciente.
El medicamento no deja atrofia. Así como la criocirugía
puede dejar manchas blancas si se excede en la aplicación,
el Mebutato de Ingenol no deja cicatriz y mejora el
aspecto clínico del paciente”.
La protección solar, un punto de inflexión
en la prevención de las enfermedades de
la piel
“Hay que educar a las personas con queratosis actínicas
para que se realicen los controles periódicos. Además,
para que se protejan de los efectos del sol. Sabemos que
la foto protección reduce un 40% la aparición de epiteliomas
espinocelulares en personas con campo de cancerización”.
QUERATOSIS ACTINICAS: ESTUDIO CLINICO Y DE ANATOMIA PATOLOGICA E INMUNOMARCACION CON KI 67 PREVIO Y POSTERIOR AL TRATAMIENTO CON MEBUTATO DE INGENOL
Abstract
Se presenta una paciente de sexo femenino de 80 años de edad con una lesión en la pierna izquierda. Se realiza una biopsia y se envía al estudio de anatomía patológica con la marcación de Ki 67, dando como resultado una Q A Bowenoide con severa displasia. El inmunomarcador Ki 67 se observa en todo el espesor de la epidermis. El ki 67 indica proliferación celular, por lo tanto, estamos frente a una Q A Bowenoide con displasia severa y en crecimiento. Ante esta situación se decide el tratamiento con Mebutato de Ingenol (M de I) al 0,05% en dos días consecutivos. A 60 días de iniciado el M de I, y reparada la piel de la ampolla producida por la medicación, se decide la extirpación completa de la lesión, la cual se envía al estudio de anatomía patológica con la inmunomarcación de Ki 67. En el estudio histológico de la pieza quirúrgica se determinó que había una Q A con displasia leve y la inmunomarcación de Ki 67 solo se veía en la capa basal de la epidermis. El M de I es un quimioterápico, que reduce el grado de displasia y la proliferación celular.
Conclusiones
Luego del tratamiento con M de I, la Q A pasa de tener una displasia severa, a ser una Q A con una displasia leve. Eso se acompaña con los cambios del inmunomarcador Ki 67 que, previo a la utilización del medicamento está en todo el espesor de la epidermis (expresando una gran proliferación celular), y luego pasa a tener el inmunomarcador Ki 67 próximo a la capa basal, demostrando así, la reducción del grado de displasia y la disminución de la proliferación celular.