Masters, posgrados o manualidades, ya no hace falta trasladarse para
adquirir nuevas habilidades o conocimientos, basta navegar por la web
para encontrar el curso acorde a la necesidad de cada uno. Una modalidad
de estudiar que crece y presenta nuevos desafíos.
Desde tutoriales para hacer muebles, aprender idiomas, hasta posgrados universitarios, los estudios online han crecido de manera exponencial en los últimos años. La mayor ventaja de aprender bajo esta modalidad es que cada uno puede administrar sus propios tiempos, no necesita trasladarse para adquirir conocimientos y el abanico de elecciones, ya sea de la materia a estudiar, los profesores o la institución, abarca mucho más que la propia ciudad o el propio país: los conocimientos del mundo están a un click de distancia.
Podría decirse que la prehistoria de la educación virtual fueron los cursos por correspondencia, aquellos que se publicitaban en las revistas, sobre todo las de historietas,
que prometían aprender dibujo, idiomas, corte y
confección o volverse detective. Y aunque algunas de estas
ofertas podrían catalogarse de dudosas, merecen un justo
agradecimiento por propiciar conocimientos a personas
que por razones de tiempo o distancia no podían satisfacer
sus necesidades de aprendizaje. Con internet y la globalización,
las propuestas de cursos y enseñanzas varias abiertas
a la población crecen a diario.
Pero lo novedoso de este milenio fue que la oferta se extendió
más allá de aprender idiomas, recetas de cocina,
reparar motores o hacer origamis; las universidades, interesadas
en expandir conocimiento, abrieron sus claustros a
la web y agregan paradigmas y cuestionamientos al modo
clásico de aprender y enseñar. También las grandes empresas
se han subido con entusiasmo a este método de formación
e instan a sus empleados a capacitarse online para
mantener la competitividad. Y así se abren nuevos desafíos.
Herramientas accesibles
Internet y los dispositivos digitales han revolucionado los
usos y costumbres en muy poco tiempo. Como consecuencia,
se ha abierto una gran brecha entre los nativos digitales,
los que se subieron al tren en la adolescencia y los
que se toparon con este nuevo paradigma siendo ya adultos.
Como la idea de los cursos virtuales es brindar conocimiento
a la mayor cantidad de personas posible, uno de los
obstáculos a sortear es hacerlos cada vez más accesibles
para que los interesados no se cansen de buscar antes de
empezar. Otro es lograr que la mayor cantidad de habitantes
del planeta tengan acceso a la tecnología y a internet.
Sobre este punto también se apoya el proyecto de mejorar
las interfaces de los celulares y tablets para que aquellas
personas que no tienen computadora puedan bajarse las
plataformas virtuales a sus dispositivos de manera sencilla.
La universidad en pantalla
Hoy, la gran mayoría de las universidades y los terciarios
ofrecen la opción de estudiar a distancia. Hacer un curso o
un master bajo esta modalidad es cada vez más usual. El
perfil de los estudiantes que eligen esta forma de capacitarse
es de adultos entre 30 y 50 años que procuran mejorar
sus oportunidades laborales o mantenerse actualizados,
pero a la vez precisan una flexibilidad horaria para poder
hacer frente a sus obligaciones familiares y profesionales.
Una de las plataformas más reconocida bajo esta modalidad
es Coursera, que aglutina 62 universidades asociadas
de todo el mundo. Desarrollada por académicos de la
Universidad de Stanford, ofrece cursos pagos y gratuitos en
inglés, español, francés, chino e italiano.
Las ofertas virtuales crecen a un ritmo vertiginoso, pero
cabe aclarar que, al menos todavía, esta forma de adquirir
conocimiento no desplaza a la tradicional manera presencial
de estudiar una carrera. En este punto, los académicos
de Coursera son claros: “Coursera no es una Universidad,
nosotros no ofrecemos pregrados”.
Si bien tanto la oferta académica del e-learning como quienes
las toman van siendo cada vez más, aún persisten ciertos mitos entre alumnos y profesores sobre esta forma de
aprender y enseñar.
En efecto, quienes se anotan bajo esta
modalidad suelen hacerlo como segunda opción, porque
no tienen tiempo de cursar en modo presencial o porque la
facultad les queda lejos, y tanto esta facilidad como la falta
de presencia física desarrolla la creencia de que la educación
en pantalla es de menor calidad. A esto se le suma el
temor a la soledad y a enfrentarse a una metodología distinta,
prácticamente desconocida y con nuevas herramientas.
Quizás alimentado por aquella prehistoria fundada por los
cursos por correspondencia, el primer gran temor del estudiante
online es creer que esta manera de capacitarse
consiste en tener un manual en pantalla, dar un examen y
listo. Pero la cuestión puede ser mucho más interactiva y
enriquecedora; para ello es importante interiorizarse acerca
de cuál es la metodología que utiliza el centro de estudios
y sus docentes, en qué consiste el temario y cuáles
son los canales de comunicación entre los profesores y los
alumnos.
Online y acompañados
Uno de los grandes desafíos que presenta la educación virtual es la necesidad de los alumnos de sentirse acompañados
y apoyados y éste ha sido, en un pasado cercano, el
principal motivo de deserción de sus estudiantes. Por esta
circunstancia han surgido los tutores, que son profesores
expertos en la materia y capaces de motivar. Además, los
centros suelen ofrecer foros para que los alumnos intercambien
conocimientos entre sí, proponen trabajos grupales
y fomentan el uso de redes para que se relacionen.
Otro de los grandes retos a sortear es la flexibilidad que
ofrece esta modalidad. En efecto, la posibilidad de adaptar
los estudios al organigrama propio es uno de los principales
motivos por los que se eligen las plataformas virtuales
de estudio, pero también es una de las causas más usuales
de abandono, ya que al no tener la obligación de ir a
clases, la tentación de dejarlo para después –que puede
convertirse en nunca-, es muy alta. Por eso, la organización
y la disciplina son fundamentales. Cada cual elige su
método, algunos estudiarán un poco cada día, otros preferirán
dedicarles sus jornadas de descanso, pero en todo
caso, cuando las fuerzas flaquean, es primordial recordar
el motivo por el que se empezó a estudiar y fijarse metas
realistas.
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El primero, desarrollado entre noviembre de 2018 y abril de 2019, ha sido sobre “Heridas crónicas”, dictado por la Dra. Bárbara Díaz, especialista en cirugía plástica, estética y reparadora, miembro titular de la Asociación Argentina de Quemaduras y de la Comisión de Quemaduras de la Sociedad de Medicina y Cirugía de Trauma. Dividido en cuatro módulos, cada uno de ellos contó con el video de la clase, un resumen descargable y una autoevaluación. El curso culminó con un examen final y premios para los ganadores.
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